La Navidad de entonces

La Navidad es una solemnidad religiosa que conmemora el nacimiento de Jesucristo en Belén, se celebra el 25 de diciembre; a lo largo de los años se han ido creando tradiciones populares alrededor de esta festividad, que seguimos viviéndolas cada año en torno a la familia.

Belén viviente, con mula, buey y personas reales. Año 1958. Foto Hermanos Reales

En la actualidad, la Navidad está ligada a las vacaciones, regalos, viajes y gran movimiento circulatorio para vernos y reunirnos en unos lugares u otros, no era así en los tiempos de mi infancia, en los que no era tan corriente que las familias (padres, hijos, hermanos) estuvieran tan dispersos por toda la geografía española y mundial, pues lo normal era que la gente viviera casi toda su vida en un mismo lugar.

Como preámbulo a la Navidad, está en mi recuerdo en casa, al calor de la estufa - cuando la había, pues en muchas el único calor era el de la lumbre del fuego de la cocina- oír en la radio el soniquete de la lotería en pesetas.

Los Reyes Magos y sus pajes fueron recibidos en el Ayuntamiento por las autoridades locales. Año 1962. Foto Hermanos Reales

Muchas familias, sobre todo en las que había niños y medios económicos, se ponía el Belén, en otras un simple pino como árbol de Navidad, pero todo era alegría y la gente esos días parecía más buena y amable, y todos nos saludábamos en la calle con el “Feliz Navidad”.

Otra costumbre de aquellos tiempos, hoy prácticamente desaparecida, era pedir el aguinaldo. Lo hacíamos los niños visitando a nuestros abuelos, tíos o parientes, para desearles feliz Navidad, cantándoles unas estrofas de algún villancico, a lo que ellos correspondían dándonos algún dinerillo. También pedían el aguinaldo algunos profesionales, como los carteros, que dejaban en cada casa una tarjetita a modo de christmas navideño solicitando el aguinaldo.    

Tarjeta con la que los carteros pedían el aguilando, año 1951

Nochebuena era la noche más entrañable del año, cada familia mejoraba, en lo posible, el menú de esa cena, a medida de sus posibilidades, en la que no faltaba el turrón y las figurillas de mazapán. Se cantaban villancicos al compás de la zambomba y la pandereta, y no faltaba la típica botella de anís para sacarle música al rozar una cuchara en sus rizos; y a las 12 en punto la misa del gallo a la que acudían familias enteras.

Los Santos Inocentes, el 28 de diciembre, otra tradición casi perdida, era la inocentada, que consistía en engañar a algún inocente, mediante una broma o chasco, cayendo en un engaño ridículo, por descuido o falta de malicia.

Nochevieja. La última noche del año se festejaba igualmente en familia, cantando villancicos y comiendo las 12 uvas, de las muchas que en cada casa teníamos colgadas en la cámara desde la vendimia, poca gente conseguía comerlas al ritmo de cada campanada del reloj de la Puerta del Sol de Madrid, que oíamos por la radio.

José Giménez “Machaco” organizador de la cabalgata, acompaña a los Reyes Magos hasta el Belén en la Plaza. Año 1971. Foto Hermanos Reales

Y llegaba para los niños el momento cumbre de todas las fiestas de la Navidad, los Reyes Magos. Íbamos a esperarlos a la salida del pueblo por la carretera de El Bonillo, llegaban siempre ya casi de noche, por lo que la cabalgata que se organizaba para recibirlos se adornaba con antorchas luminosas, acompañándolos hasta el portal de Belén que se instalaba en la plaza, donde entregaban de oro, incienso y mirra al Niño Jesús. Después, por la noche, repartían por todas las casas juguetes y caramelos, que en ocasiones eran un simple juego de bolos de madera y algunas almendras.

Recuerdo esas cabalgatas de Reyes que eran un derroche de imaginación, su promotor, el siempre recordado y polifacético, José Jiménez “Machaquete” se superaba cada año en su organización para darle un gran realismo, que en una ocasión llegó a tanto que agregó al Belén viviente con la Virgen, San José, el Ángel y el Niño, una mula y un buey de verdad. Toda una fantasía que era real.

A grandes rasgos así era la Navidad que yo recuerdo de niño, sin Papá Noel, sin regalos hasta que no llegaban los Reyes, y sin las felicitaciones por WhatsApp que han sustituido a los preciosos Christmas que se recibían por correo postal.

La Navidad de ayer, como la de hoy, sigue siendo la fiesta de la familia, y de la fraternidad, por eso desde aquí, con un eslogan muy tradicional os deseo a todos.

FELIZ NAVIDAD Y FELIZ AÑO NUEVO

Antonio Reales Parra. Cronista Gráfico de la Villa de Socuéllamos


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