Nos ha dejado José Luis Mateo.

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Se nos ha muerto José Luis Mateo, una persona de sobra conocida en Socuéllamos.

Un pueblo se compone de edificios, escuela, plaza, iglesia, comercios y viviendas, pero lo que realmente lo define son las personas que lo habitan. Algunas de ellas marcan de forma especial el paisaje humano por sus circunstancias o su manera de vivir. Una de esas personas era José Luis Mateo.

A los tres años, aproximadamente, una infección de oído lo dejó sordo. Sus circunstancias nunca fueron sencillas: su padre y su madre también eran sordos de nacimiento, lo que condicionó profundamente su vida. En su infancia, cuando España aún carecía de una red social consolidada, fue matriculado en el colegio Gerardo Martínez, donde no lograba avanzar al estar integrado en aulas sin atención específica.
Según me contó el propio José Luis, fue entonces cuando dos alcaldes de la época, Julio Montalbán y Ramón Parra, intervinieron para buscarle un centro especializado. Gracias a sus gestiones estudió en un colegio de Astorga regentado por religiosos y, posterirmente en Los Negrales, junto a El Escorial. Fue en Astorga donde recibió una educación básica que le permitió desenvolverse, y también allí nació su pasión por la electricidad y los trenes, aficiones que acompañaría siempre con la fotografía.

Sin embargo, como dice el refrán, las desgracias nunca vienen solas. En su adolescencia una afección renal lo llevó a depender de la diálisis. Fue en aquella etapa cuando el presidente de Unión Fenosa, Victoriano Reinoso, lo conoció y de algún modo lo apadrinó. Por esos años José Luis comenzó a construir maquetas, un arte en el que destacó notablemente. De forma autodidacta y con la ayuda de su padre Jacinto, que era ebanista, creó principalmente maquetas de centrales e instalaciones eléctricas, algunas de las cuales están hoy en manos de museos y coleccionistas.

Tiempo después recibió un trasplante de riñón que le permitió dejar atrás la diálisis durante varias décadas. Era habitual verlo recorrer el pueblo en su moto, y luego su coche sin carnet, siempre con su cámara, siempre dispuesto a saludar y a entablar amistad con quienes hicieran el más mínimo esfuerzo por comunicarse con él. Su vida transcurría entre visitas a Segurmaex, la estación de Renfe, Idearte y los lugares donde tenía amigos.

Por las circunstancias familiares, José Luis y sus padres vivieron bastante aislados socialmente y necesitaron durante años la ayuda de muchas personas. Sería imposible nombrarlas a todas, pero no quiero dejar de mencionar a Jacinto Díaz, Abel Santamaría, Gregorio, Rojas de Villarrobledo, Vicente, Fabri, Secundino, Francisco Ballestero, Pedro Miguel, Pablo Barberá, la familia del bar Francisco, Rafael y Rubén de la estación de Renfe, entre muchos, muchos otros.

Con el tiempo, el riñón trasplantado empezó a fallar y tuvo que volver a la diálisis, hasta que pudo recibir un segundo trasplante. Su vida se convirtió en una sucesión de intervenciones médicas por los efectos colaterales de su enfermedad.

Aun así, si algo definía a José Luis era su valentía y su espíritu luchador. Nunca utilizó sus problemas de salud ni sus dificultades para comunicarse como excusa. Continuó construyendo maquetas, viajando, haciendo fotografías y visitando a sus amigos. Además, cuidó de sus padres y de una tía —también sorda— hasta su fallecimiento. A la muerte de su padre se quedó solo, aunque no del todo: tenía amigos.

El segundo trasplante no funcionó tan bien como el primero y pronto volvió a necesitar diálisis. Su corazón también empezó a fallar y en marzo tuvieron que ponerle varios 'stents'. El pasado 23 de agosto sufrió un infarto grave que requirió una operación a corazón abierto para realizarle varios bypass. Aunque la intervención no fue mal, las consecuencias de una parada cardiorrespiratoria prolongada sufrida durante una sesión de diálisis fueron determinantes y finalmente provocaron su fallecimiento.

A mí se me va un amigo. Raro era el día que no venía a verme para contarme sus cuitas. Quienes me conocéis sabéis el tiempo que pasábamos juntos. Lo voy a echar mucho de menos, pero su recuerdo será siempre inspirador por las virtudes que lo definieron en vida: espíritu de lucha, resistencia, capacidad para no arredrarse ante nada y ausencia de excusas.

El entierro será esta tarde a las cuatro y media. Solo os pido que recéis una oración por su alma, porque José Luis era un gran creyente y, sin duda, os lo agradecerá.

Dale Señor el descanso eterno. Brille para él la luz perpetuaDescansa en paz amigo José Luis. Amén.

Juanjo Romero del Hombrebueno

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Nos ha dejado José Luis Mateo.

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Se nos ha muerto José Luis Mateo, una persona de sobra conocida en Socuéllamos.

Un pueblo se compone de edificios, escuela, plaza, iglesia, comercios y viviendas, pero lo que realmente lo define son las personas que lo habitan. Algunas de ellas marcan de forma especial el paisaje humano por sus circunstancias o su manera de vivir. Una de esas personas era José Luis Mateo.

A los tres años, aproximadamente, una infección de oído lo dejó sordo. Sus circunstancias nunca fueron sencillas: su padre y su madre también eran sordos de nacimiento, lo que condicionó profundamente su vida. En su infancia, cuando España aún carecía de una red social consolidada, fue matriculado en el colegio Gerardo Martínez, donde no lograba avanzar al estar integrado en aulas sin atención específica.
Según me contó el propio José Luis, fue entonces cuando dos alcaldes de la época, Julio Montalbán y Ramón Parra, intervinieron para buscarle un centro especializado. Gracias a sus gestiones estudió en un colegio de Astorga regentado por religiosos y, posterirmente en Los Negrales, junto a El Escorial. Fue en Astorga donde recibió una educación básica que le permitió desenvolverse, y también allí nació su pasión por la electricidad y los trenes, aficiones que acompañaría siempre con la fotografía.

Sin embargo, como dice el refrán, las desgracias nunca vienen solas. En su adolescencia una afección renal lo llevó a depender de la diálisis. Fue en aquella etapa cuando el presidente de Unión Fenosa, Victoriano Reinoso, lo conoció y de algún modo lo apadrinó. Por esos años José Luis comenzó a construir maquetas, un arte en el que destacó notablemente. De forma autodidacta y con la ayuda de su padre Jacinto, que era ebanista, creó principalmente maquetas de centrales e instalaciones eléctricas, algunas de las cuales están hoy en manos de museos y coleccionistas.

Tiempo después recibió un trasplante de riñón que le permitió dejar atrás la diálisis durante varias décadas. Era habitual verlo recorrer el pueblo en su moto, y luego su coche sin carnet, siempre con su cámara, siempre dispuesto a saludar y a entablar amistad con quienes hicieran el más mínimo esfuerzo por comunicarse con él. Su vida transcurría entre visitas a Segurmaex, la estación de Renfe, Idearte y los lugares donde tenía amigos.

Por las circunstancias familiares, José Luis y sus padres vivieron bastante aislados socialmente y necesitaron durante años la ayuda de muchas personas. Sería imposible nombrarlas a todas, pero no quiero dejar de mencionar a Jacinto Díaz, Abel Santamaría, Gregorio, Rojas de Villarrobledo, Vicente, Fabri, Secundino, Francisco Ballestero, Pedro Miguel, Pablo Barberá, la familia del bar Francisco, Rafael y Rubén de la estación de Renfe, entre muchos, muchos otros.

Con el tiempo, el riñón trasplantado empezó a fallar y tuvo que volver a la diálisis, hasta que pudo recibir un segundo trasplante. Su vida se convirtió en una sucesión de intervenciones médicas por los efectos colaterales de su enfermedad.

Aun así, si algo definía a José Luis era su valentía y su espíritu luchador. Nunca utilizó sus problemas de salud ni sus dificultades para comunicarse como excusa. Continuó construyendo maquetas, viajando, haciendo fotografías y visitando a sus amigos. Además, cuidó de sus padres y de una tía —también sorda— hasta su fallecimiento. A la muerte de su padre se quedó solo, aunque no del todo: tenía amigos.

El segundo trasplante no funcionó tan bien como el primero y pronto volvió a necesitar diálisis. Su corazón también empezó a fallar y en marzo tuvieron que ponerle varios 'stents'. El pasado 23 de agosto sufrió un infarto grave que requirió una operación a corazón abierto para realizarle varios bypass. Aunque la intervención no fue mal, las consecuencias de una parada cardiorrespiratoria prolongada sufrida durante una sesión de diálisis fueron determinantes y finalmente provocaron su fallecimiento.

A mí se me va un amigo. Raro era el día que no venía a verme para contarme sus cuitas. Quienes me conocéis sabéis el tiempo que pasábamos juntos. Lo voy a echar mucho de menos, pero su recuerdo será siempre inspirador por las virtudes que lo definieron en vida: espíritu de lucha, resistencia, capacidad para no arredrarse ante nada y ausencia de excusas.

El entierro será esta tarde a las cuatro y media. Solo os pido que recéis una oración por su alma, porque José Luis era un gran creyente y, sin duda, os lo agradecerá.

Dale Señor el descanso eterno. Brille para él la luz perpetuaDescansa en paz amigo José Luis. Amén.

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