Por la noche te observo
cuando duermes,
extasiada de espuma
y armada de claveles
pechos desnudos
regazo ardiente
en el silencio de la noche anuda.
Amor despierta
déjame acariciarte,
¡Alma mía te lo ruego!
¡Sin ti no vivo!
Estoy muriendo en esta noche sin alba
deseo tu cuerpo y tu piel sobre mi piel.
Y a la misma vez
el mismo escalofrío.
Déjame
esta noche amada mía
que sienta mi cuerpo en tu cuerpo.
Como un río de placer
lleno de locura y delicada mesura.
En el que nos satisfaga a los dos
con el que conjugamos nuestro cariño
y el amor de los dos.
José Antonio Salamanca