
A principios de los 80 y principios de los 90 se empezó a reducir el número de festivos de carácter religioso en el calendario anual y se acordó trasladar la celebración litúrgica del Corpus, del jueves al domingo siguiente. De tal forma que en nuestro país dejó de ser festivo en 1989 y se trasladó la solemnidad litúrgica al domingo infraoctavo.
Corpus Christi, Cuerpo de Cristo es una fiesta de la Iglesia Católica destinada a celebrar la Eucaristía. Su principal finalidad es proclamar y aumentar la fe de los creyentes en la presencia real de Jesucristo en el Santísimo Sacramento. Se celebra 60 días después del domingo de Resurrección específicamente el Corpus Christi, es el jueves que sigue al noveno domingo después de la primera luna llena de primavera.
El origen cercano de esta tradición lo encontramos en Santa Juliana de Cornillón (Francia) quien, huérfana desde muy pequeña, vivía en un convento acogida por las monjas donde desde el principio muestra un carácter contemplativo. Fue en una de sus visiones recurrentes cuando vio la luna llena atravesada por una sombra oscura lo que le llevó a entender que la luna significaba la Iglesia y que la sombra era la falta de una celebración dedicada a homenajear el cuerpo y la sangre de Cristo. Desde ese momento comenzó a trabajar para promover aquella idea. Por ello promovió la celebración del primer Corpus Christi en Lieja, Bélgica, en 1246.
Pero se hizo enormemente popular a partir de 1263. Cuando un sacerdote llamado Pedro que venía de Praga, y que estaba pasando por una gran crisis de fe, pues tenía dudas sobre la presencia real de Jesucristo en la sagrada Eucaristía; problema que atormentaba profundamente su alma. Decidido a encontrar respuestas y fortalecer su fe, el sacerdote decidió peregrinar hasta Roma, donde visitó las tumbas de San Pedro y San Pablo. De regreso pasó por la ciudad de Bolsena que era conocida por su devoción a Santa Cristina, una virgen y mártir del siglo III.
Santa Cristina era llamada santa de los infortunios debido a las numerosas tentativas de martirio que soportó por causa de su fe. Nacida en una familia pagana, Santa Cristina se convirtió al cristianismo siendo a un joven a pesar de las objeciones de sus padres. Su devoción a la fe cristiana despertó la ira de su propio padre que ocupaba un cargo importante en la ciudad de Bolsena. Determinado a hacerla renunciar a su fe la sometió a una serie de torturas y tentativas de asesinato, sin embargo, según la tradición todos los intentos de matarla fracasaron debido a intervenciones milagrosas. Finalmente decidió amarrar una piedra pesada al cuerpo de Cristina y lanzarla al lago de Bolsena creyendo que así la mataría. No obstante ocurrió un milagro, en lugar de hundirse la piedra a la que Santa Cristina estaba amarrada, milagrosamente flotó en la superficie del agua sosteniéndola e impidiéndole ahogarse. A medida que Santa Cristina flotaba sobre la piedra sus huellas quedaron marcadas en ella. Este hecho milagroso hizo que el padre de Cristina, al presenciar el prodigio, sufriera un colapso y muriera. Cristina aunque sobrevivió continuó enfrentando varias tentativas de martirio. La devoción a Santa Cristina se hizo tan intensa que muchos peregrinos visitaban su tumba buscando bendiciones.
Aquel ambiente de fervor religioso hizo que el sacerdote Pedro decidiera celebrar una misa pidiendo la intercesión de Santa Cristina para fortalecer su fe en la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Pero ocurrió algo verdaderamente extraordinario: al partir la Hostia, esta comenzó a sangrar; la sangre fluyó manchando sus manos y el corporal, un paño cuadrado colocado sobre el altar. Este suceso, inesperado y milagroso, sorprendió no solo a Pedro sino también a los fieles presentes que observaron el milagro con asombro y reverencia. El sacerdote, invadido por una mezcla de emoción, asombro y alivio espiritual no pudo continuar la celebración de la Misa; cuidadosamente depositó la Hostia ensangrentada sobre el corporal y lleno de Lágrimas de alegría y devoción renovada se dirigió a la sacristía; mientras se movía gotas de sangre cayeron al suelo y en las escaleras del altar dejando marcas indelebles que serían preservadas como reliquias (1)
La festividad será instituida oficialmente por el Papa Urbano IV, en 1264, mediante la bula Transiturus Mundo. Será Santo Tomás de Aquino el encargado de preparar los textos que fijaran las normas para regular el cortejo procesional, que en aquel momento se celebraba exclusivamente en el interior de los templos. En 1316 Juan XXII introdujo la octava con exposición del Santísimo.
A partir del Concilio de Trento, con la Contrarreforma (siglo XVI), se hará especial hincapié en la exaltación de la Eucaristía como elemento diferenciador frente a los reformistas, convirtiéndose en una de las celebraciones católicas más importantes hasta nuestros días. La procesión era acompañada de danzas con gigantes, cabezudos y tarascas; estos últimos, monstruos para representar lo opuesto al bien, el cuerpo de Cristo. Si bien actualmente estas figuras han sido retiradas del cortejo, en algunas ciudades, como Toledo, han sido recuperadas; no como parte del desfile sino como elemento expuesto en la plaza de Zocodover.
Terminemos recitando aquella bonita frase que hace referencia al Corpus Christi y que podíamos leer en nuestros libros escolares:
Tres jueves hay en el año
que relucen más que el sol
Jueves Santo, Corpus Christi
Y el día de la Ascensión.
De los tres, y no en todos sitios, solo queda uno.

1 En las estancias vaticanas vemos este magnífico fresco de Rafael representando la escena.