El sacerdote socuellamino Amando López Moyano (73 años) ha ejercido de misionero durante trece años en Ecuador. En mayo regresó a España y desde entonces está ayudando a los párrocos socuellaminos en la celebración de las misas a la espera de incorporarse en septiembre a su nuevo destino: Valdeganga (Albacete).
López Moyano estudió en el Seminario de Ciudad Real, pero se ordenó sacerdote en 1977 en La Roda pues eligió la Diócesis de Albacete para desarrollar su labor pastoral.
InfoSocuéllamos: ¿Por qué ha regresado?
Amando López: Por la edad y sobre todo por motivos de salud. Tengo problemas de piel, me detectaron células precancerígenas y los tratamientos allí no son los adecuados.
InfoSocuéllamos: ¿Antes de marchar a Ecuador como misionero dónde desarrolló su labor sacerdotal?
Amando López: Primero estuve en Fuentealbilla y después me destinaron a Ossa de Montiel, allí estuve seis años. De nuevo, volví a Fuentealbilla y me quedé catorce años. Como anécdota puedo decir que allí conocí a Andrés Iniesta como niño de catequesis. Mi último destino en España fue Fuente-Álamo donde estuve doce años.
InfoSocuéllamos: ¿Cuándo decidió ser misionero?
Amando López: Llevaba tiempo meditando ir a misiones pero tenía conmigo a mi madre y no me podía ir. Además, es un compromiso muy grande, un cambio radical de vida, y lo iba demorando.
Al morir mi madre decidí que era mi ocasión. Fui a Madrid y durante cuatro meses hice un curso de formación para ir a misiones.
Había tenido una experiencia de verano en Burkina Faso, y mi primera opción fue ir a África. Pero suponía tener que estudiar inglés durante un tiempo y me retrasaba la marcha.
Descarté África y hablé con Obra Misional Pontificia para que me enviaran a Sudamérica. Ellos me enviaron a Ecuador, donde llegué en 2010.
InfoSocuéllamos: ¿Dónde ha estado exactamente?
Amando López: Me enviaron al Vicariato de Esmeraldas, a la ciudad de Rocafuerte. Allí estuve dos años. Tenía a mi cargo sesenta pueblos, allí los pueblos son pequeñitos y se llaman comunidades.
Después mi Obispo de Esmeraldas me trasladó a Vinces, donde hay una comunidad de religiosas. He estado allá once años, y tenía a mi cargo más de cincuenta comunidades.

Allí me he sentido más sacerdote y más persona, aprendes valores humanos y espirituales, te enseñan a amar, ellos se vuelcan unos con otros
InfoSocuéllamos: ¿Cuál era su trabajo diario?
Amando López: Hacía de todo: de sacerdote, de taxista, de asistente social. Estaba para cualquier cosa. Y, por supuesto, trabajo pastoral: eucaristía, bautizos, comuniones, confirmaciones… matrimonios menos porque allá la gente no suele casarse.
InfoSocuéllamos: Eran muchas comunidades ¿están cercanas?
Amando López: No, y el acceso a las comunidades es muy complicado, y más en invierno. Allá no hay carreteras, íbamos por sendas y caminos, por cerros y por ríos. Nos movíamos en una camioneta, y también a caballo y en canoa. Hay comunidades que igual tenía diez horas de viaje.
Era peligroso por la orografía del terreno, los caballos se caen y yo me he caído varias veces, lo que pasa es que gracias a Dios no he tenido problema porque caí en barro. Pero cogí miedo.
InfoSocuéllamos: ¿Ha tratado con indígenas?
Amando López: Sí, son gente con grandes valores, lo comparten todo, aunque no tengan nada. Viven en reservas y tienen sus propias leyes, son honestos y honrados. Por ejemplo, respetan mucho a la mujer, allí no hay violaciones entre ellos. Y resuelven sus problemas dialogando.
InfoSocuéllamos: ¿Qué le ha aportado personalmente su trabajo allí?
Amando López: Yo me he sentido más sacerdote y más persona con ellos. Aprendes valores humanos y espirituales. Te enseñan a amar, ellos se vuelcan unos con otros.
InfoSocuéllamos: ¿Cómo fue la despedida?
Amando López: Se enojaron conmigo, porque me fui sin despedirme. Pero es que no podía despedirme. No podía. Establecí vínculos afectivos muy grandes y no podía mirarles a la cara y decirles que les dejaba. Se que está mal, pero no tuve fuerzas para despedirme. /