Algunos, por cuestiones de edad, formamos parte del privilegiado grupo que pudimos probar los churros de Pili Blázquez. Unos deliciosos churros que elaboraba junto a su madre y su hermana en el pequeño local que regentaba en la Calle Don Quijote, frente a la Pastelería de Andrés.
Por aquel local, pequeño en metros, pero grande en alegría, pasaban hombres curtidos que salían a trabajar tempranísimo, al campo, con el camión, etc... que comenzaban la jornada metiéndose entre pecho y espalda un par de churros, un café con leche y un 'sol y sombra'.
También te podías encontrar los fines de semana algunos jóvenes que terminaban una noche de fiesta comiendo churros 'pa sentar el cuerpo'.
Y a aquellos que creen que han descubierto la pólvora con el 'delivery', decirles que en aquella época eso estaba ya más que inventado. Los hermanos Rivera Carrascosa repartían a domicilio en bicicleta los apreciados churros de la Pili para los más perezosos que no querían salir de casa.
En fin, hace 25 años, 'o tempora, o mores', ¡qué recuerdos...!

 
			 
		



 
  
  
  
                                     
  
  
 















 
  
 






