“Aspera, maestro, la mano ten quieta
sin hacer ringorrangos de esos con la vara que empuñas tan tiesa
que paices un loco, que paices que tiemblas
en el aire invisibles culebras (…) que se meten adentro del alma
y allí conquillean (…) “2
Con esos versos se refería su paisano y amigo, D. Pedro Muñoz a lo que “sacaba” D. Jesús de las Partituras: música. Con otras se puede definir, como la forma de arte que combina ritmo y sonido para formar una línea melódica funcional. En sí misma trasciende el tiempo, el espacio y las culturas. Puede transmitir un estado de ánimo sin necesidad de pronunciar palabras específicas. En suma, la música es un universal cultural. De ahí que acudamos a la música por diversas razones: buscando contener sentimientos que nos abruman, para hallar un lugar donde puedan desbordarse libremente3. Como se ha apuntado, es un lenguaje universal y del alma que es capaz de despertar emociones, sensaciones y recuerdos únicos…
Ese lenguaje del alma lo debió sentir D. Jesús Montalbán Vizcón4 toda su vida, de lo contrario no hubiese escrito algo como esto: “soy músico por lo mismo que el manzano produce manzanas”5. Nació un 15 de octubre de 1913, día de Sta. Teresa. Aquel año ya se oían tambores de guerra; no era una música que sosegase el alma, pero el mundo, como ahora, seguía funcionando. Entre otros, recordemos estos acontecimientos: se inauguró el reconstruido Teatro de la Zarzuela, que se había incendiado tres años antes; Thomas A. Edison presentó la primera prueba pública del cine sonoro, consistente en un fonógrafo situado detrás de la pantalla, en el Casino Municipal de Niza (Francia); se estrenó La vida breve, de Manuel de Falla; de Jacinto Benavente La malquerida y de Ígor Stravinski La consagración de la primavera. Aquellos tambores con partituras de la Paz Armada, hacían sonar cada día, más notas de guerra. Al año siguiente estallaba la Gran Guerra.
D. Jesús vio la luz en la calle de la Arena, actual D. Pedro Bustos, justo en la casa contigua a la mía; entonces cada uno nacía, como podía, en su casa. Por lo tanto del “barrio de la Iglesia” Sus padres fueron Araceli Vizcón Huertas y Enrique Montalbán Sevilla; este último era sacristán de la Parroquia, donde también ejercía de organista. Fue allí donde empezó el pequeño Jesús a iniciarse con la música: “con mi padre aprendí a tocar y cantar…” 6. Si bien no todo fueron buenas experiencias ya que en una ocasión, su padre,7 ”lo dejó encerrado, algo de lo que no le quedaron muy buenos recuerdos”.
Hacia su madre y hermanas, Consuelo y Eumenia sentía “auténtica pasión”. Bueno a toda su familia, tal fue el caso de sus tíos Abilio y Paco8: “Allí iba yo, muy pequeño, a recibir lecciones que previamente había repasado con mi padre, en la tienda de mi tío Paco”9. Pasión también por todo aquello que representase su pueblo, al que nunca olvidó ni abandonó. Recuerdo (y esto lo aporto yo) que muchos de los viajes que hacía a Socuéllamos, su madre venía a casa y le decía a la mía: “Carí, dame huevos frescos de tus gallinas que viene mi Jesús”. En fin, que a lo largo de su vida vino con mucha frecuencia, solo o con su familia, su mujer Alfonsa López Morales y sus hijos Jesús, Alfonso, Teresa y Pilar. Cuentan éstas que si era por una huerta, que tenía en las vegas de la acequia y, sobre todo, por ver a su familia, siempre tenía motivo para volver. ¡Y volvía!; en alguna ocasión acompañado de la banda de música de la Armada que dirigía en Cartagena.

Quién sabe si sus frecuentes retornos, aparte de las razones arriba expuestas, también fueron debidos a la corta edad que tenía cuando tuvo que marchase a estudiar. Contaba con diez años cuando se fue a Ciudad Real con su maestro D. Antonio Segura y, más tarde (1933) a Madrid para formarse en el Conservatorio Superior de Música. A esas alturas ya tocaba varios instrumentos. El primero había sido “el saxofón-soprano que antes había pertenecido a Paquito Giménez”10; después vendrían el oboe, el violín, el piano. Durante estos años de ausencia y formación ya se evidenciaba esa “pasión” que la madre también mostraba por el hijo: “le mandaba camisetas, dinero, comida (alguna vez ¡hasta un pollo!)”.
Terminados los estudios y el servicio militar, regresó a Socuéllamos, en el año 1935, para ponerse al “frente de la banda de música que entonces no era Municipal”11. Fue el verano de aquel año cuando él y D. Pedro Muñoz (Pbro.), también natural de Socuéllamos, compusieron el himno al Cristo de la Vega. Pero en julio de 1936 estalló la Guerra Civil y tuvo que incorporarse a filas en el Cuartel de La Montaña, claro está, al servicio del bando republicano; ya que Castilla la Nueva estaba bajo ese dominio.
Finalizada la contienda lo encontramos de nuevo en su pueblo y en la banda, que volvió a ser Municipal y en cuyos estatutos, entre otras cosas, se decía: “…no se puede permitir en el seno de esta Institución la indisciplina, la pereza o la apatía”12. Me consta que llevó a rajatabla esos principios toda su vida. Algunos hechos, relatados por sus hijas, dan fe de ello: “en una ocasión daban él y su banda militar un concierto en el Liceo de Barcelona, había una verja que les impedía entrar, pegó una patada a aquella barrera y entraron sin problema; otra vez, viendo que alguien alargaba su conversación en una cabina telefónica, consideró que era demasiado tiempo el que llevaba de “cháchara” y, al ser un servicio público, accedió y cortó la comunicación; y otra en la que vio que un gitano estaba pegando a su pareja, lo cogió del cuello y casi lo levantó del suelo, menos mal que estaba cerca Alfonsa, la mujer de D. Jesús, y pudo mediar por suerte para el gitano. Él no perdía el tiempo; en aquellas ocasiones que, una vez jubilado, ejerció desinteresadamente de director “accidental” de la banda del pueblo, una noche se “fue la luz” en la sala donde ensayaban, acto seguido y a oscuras, puso a todos los músicos, pegados a las paredes, a marcar el paso, este mismo ejercicio hizo más de una, en fin de semana, en la explanada de la cooperativa; quién sabe si esto fue un recuerdo permanente de cuando era pequeño, pues en una ocasión que una vez con su “abuelo Carlos, que tocaba el fliscorno, en una procesión, le daba pataditas al último músico de la banda porque no marcaba bien el paso”13
Si fue un hombre de carácter fuerte14, a la vez también fue servicial: visitaba a los enfermos o atendía a los desamparados. Como cuando se encontró en la estación de ferrocarril de Cartagena a una mujer que no tenía dónde ir, se la llevó a su casa, le dio de cenar y cama para dormir esa noche, al día siguiente se ocupó de gestionar su origen y dejarla recogida; o cuando en la boda de su hijo Jesús, se llevó al convite a los mendigos que estaban en la puerta de la iglesia. Alfonsa, su mujer, más realista le decía: “…a todo el mundo no se le puede asistir”. También humano, “¡primero mis hombres!” decía refiriéndose a sus músicos de la Armada. Evoca una de sus hijas: “era más cariñoso con sus soldados que con sus hijos”. Jorge confirma lo serio que era su suegro a la par que señala que también tenía salidas graciosas, como cuando Pilar le dijo a su padre “…que va a venir un chico”, este era su “pretendiente”, a lo que D. Jesús contestó. “¡…pues que venga ya!”; o refiriéndose a su entierro cuando dejó dicho: “¡…a mi entierro que vaya la banda, si no, que no vaya!”
En marzo de 1940, dejó la banda de Socuéllamos e ingresó en el Real Cuerpo de Infantería de Marina de la Marina de Guerra Española. Desde ese momento comienzan las diferentes actuaciones y residencias para la familia. Dentro de las primeras recordemos como en 1950 y 1951 acudió, la Banda del Tercio de Levante de Infantería de Marina de Cartagena con su director el comandante d. Jesús Montalbán a las Paces de Villarta, En cuanto a las residencias fueron desde El Ferrol, Cádiz, Cartagena. En esta última ciudad pudo estar embarcado, a lo largo de dos años, en el buque-escuela Juan Sebastián Elcano. También en Cartagena fue el director de la Banda de Infantería de Marina Tercio de Levante. Él fue el décimo desde su fundación en 1789, entre los años 1948 a 1975. Al tiempo se iba incrementando su desarrollo profesional pasando por Capitán hasta llegar a Comandante. Se le ofreció ascender a Teniente Coronel lo cual implicaba trasladarse a Madrid. Renunció a la plaza; quizás eran ya demasiados traslados. Con todo, nunca dejó de estudiar e investigar sobre la música y la importancia del sonido; por ejemplo “llegó investigar el croar de las ranas”.


Cuando se jubiló regresó a su pueblo donde se ofreció como director. Eso no fue viable por la incompatibilidad que suponía. Lo que sí pudo, fue ser director accidental siempre que se hizo preciso. Siguió dando clases particulares, puso en marcha la Escuela de Música, la Coral que lleva su nombre y que dio sus primeros pasos en la Navidad de 1992, en el encuentro de corales celebrado en la Residencia “Carmen Arias” de Socuéllamos. Colaboró en libros como Historia de la música militar en España. “Los años de posguerra. La labor investigadora de Jesús Montalbán”15. Compuso marchas como la de una banda de moros y cristianos en Alicante. Siguió trabajando toda su vida haciendo valer una frase suya: “Trabajar es aprender”.
En suma que, como recuerdan sus hijas. “…ha sacado buena cantera”… entre sus alumnos y músicos; no así en su familia. Ellas mismas cuentan cómo, cuando eran pequeños los hermanos, D. Jesús intentó enseñarles música. Los dejó por imposible: “¡…aquí no hay cantera!”, dicen que se lamentaba. O este otro comentario: “…dice mi hija Teresa que quiere aprender música ¡sin solfeo!” Con todo, esa labor se la encomendó a uno de sus músicos quien preguntaba a la joven: “…hija ¿pero cuánto has practicado?”
Hombre religioso convencido y muy devoto de La Virgen del Pilar y de Santa Teresa de Ávila16 . Él mismo escribió: “Yo debí nacer niña y llamarme Teresa, pues llegué a este mundo un 15 de octubre (día de la Santa de Ávila) agitando el brazo derecho. Alguien dijo: “va para obispo”17 Posiblemente la Iglesia se perdió un buen obispo pero Socuéllamos y la Armada ganaron un gran hombre y excelente músico.

Es cierto que tuvo reconocimientos. Quizás el que más valoró fue el homenaje que se le hizo en su pueblo en 1993. Al mismo asistió su querida banda de Cartagena. Todavía le quedaban algunos años de vida. Los últimos todavía se le podía ver, algo encorvado, por la calle. Falleció el año 2009 a los 94 años de edad. Fue un hombre bueno “y bueno es la mejor palabra que se le puede decir a un hombre” 18
¡Maestro, más música!
¡muchachos, más piezas!
¡tocar! ¡tocar siempre!
¡pa borrar de la vida las penas!,
¡¡pa alegrar a los hombres pa siempre
Y endulzarnos pa siempre la tierra!!19
Texto: Benito Cantero Ruiz
1 Persona a la que conocí pero no traté directamente. Siempre fue a través de mis padres y hermana. Soy la “oveja negra” de la familia, jamás aprendí música. Por tanto, buena parte de lo que aquí se relata proviene de la información ofrecida, desinteresadamente, por sus hijas Teresa y Pilar, además de Jorge, marido de esta última. Los tres accedieron tener una aminada charla-entrevista con quien escribe. A los tres, gracias. Igualmente a María Jesús Jareño y a su madre que me pusieron en contacto con las hijas de D. Jesús.
2 Programa I centenario fundación banda municipal de música. Socuéllamos. Año 1880-1990. MÚÑOZ FERNÁNDEZ, Pedro. Pbro. La Band del Pueblo.A ti Jesús, y a los que contigo, llenáis los aires y las almas de armonías dulcísimas” Socuéllamos. Gráficas Aurora. 1980.Propiedad del autor.
3 https://www.udep.edu.pe/hoy/2020/08/influencia-de-la-musica-en-los-seres-humanos/
4 La casi totalidad de cuando aquí se relata proviene de la información ofrecida desinteresadamente por sus hijas, Teresa y Pilar, además de Jorge, marido de esta última. Los tres accedieron tener una aminada charla-entrevista con quien escribe. A los tres, gracias.
5 Libro de festejos de la Feria y Fiestas de Socuéllamos en honor del Stmo. Cristo de la Vega. Agosto de 1968. Gráficas Aurora. Socuéllamos. 1968. p.30
6 Ibidem . p. 30
7 Al que acompañaba también en los entierros. Antes el clero y “empleados” iban con el finado hasta el cementerio.
8 Enrique; Paco y Abilio fueron hijos de Juan Francisco y Enriqueta.
9 Libro de festejos op. cit. p.30
10 Ibídem p.30
11 Ibidem p. 30
12.Ibidem p.32
13 Ibidem p.30
14 Si bien mi hermana Mari Cari, alumna suya en clases particulares, no opina así. Más bien todo lo contrario, íntegro, leal, desinteresado (ella conserva un método de oboe que era suyo y que él le regaló) Para ella fue uno de sus principales maestros en la vida. Recuerda cómo, en alguna de aquellas clases, en su casa de Socuéllamos ya jubilado, le habló de la importancia del honor; para ello le puso el ejemplo del cuadro de Velázquez, La rendición de Breda.
15 https://www.google.com/search?q=XXIV.+LOS+A%C3%91OS+DE+POSTGUERRA.+La+labor+investigadora+de+Jes%C3%BAs+Montalb%C3%A1n+.
16 De ahí los nombres de sus dos hijas.
17 Revista de la Feria y Fiesta op. cit.30
18 Ibidem. P. 33
19 Programa I centenario fundación banda municipal de música. Socuéllamos. Año 1880-1990. MÚÑOZ FERNÁNDEZ, Pedro. Pbro. La Banda del Pueblo. Op.cit