Los últimos días de octubre y primeros de noviembre el Cementerio Municipal San Francisco Javier es visitado por cientos de socuellaminos con motivo de la Festividad de Todos los Santos (1 de noviembre) y el Día de los Difuntos (2 de noviembre). Este santo recinto es el tercero que se ha erigido en el pueblo para el reposo eterno de los difuntos.
Hasta 1787 en España se enterraba en las iglesias y ermitas. El 3 de abril de ese año su Majestad Carlos III hizo pública una Real Cédula por la que se ordenaba la erección de cementerios en todas las ciudades y villas, pues las iglesias y ermitas ya resultaban insuficientes y el enterramiento en ellas ayudaba a la propagación de enfermedades.
En Socuéllamos, al igual que en el resto de España, no fue muy bien acogida esa orden, y los muros del cementerio, que se edificó junto a la ermita de San Antón (terrenos cercanos al actual), fueron derribados en varias ocasiones como protesta principalmente por lo alejado del lugar, ya que las familias de los difuntos debían trasladar el cadáver en carros tirados por mulas por caminos embarrados.
La Corte insistió en la prohibición de enterrar en iglesias, y en 1804 Carlos IV publicó otra Orden. Los regidores locales encargaron entonces a los sacerdotes localizar un terreno idóneo para tal fin y, tras desechar una huerta en la calle Amargura y un solar en la calle Ruidera, eligieron la parcela anexa a la ermita de la Virgen de Loreto.

Ese cementerio, levantado en 1805, tuvo un coste de 10.621 reales con 7 maravedíes, y se dividía en cuatro zonas: una reservada a los nobles, otra para el clérigo, una más para niños, y en la cuarta se enterraba al resto de mortales. Cada una de estas zonas estaba cercada y con puertas independientes.
Desde el 9 de julio de 1805, el Alcalde Mayor, Joaquín de la Escalera, solo permitió el enterramiento en este lugar.
El primer enterramiento se realizó el 12 de julio. La niña Isabel Moreno, de ocho años, fue la primera socuellamina cuyo cuerpo tomó sepultura en el nuevo cementerio.
Este camposanto se clausuró el 22 de mayo de 1913. Sobre los huesos de cientos de socuellaminos se creó, tras la Guerra Civil, el actual Parque de Loreto.
El 22 de mayo de 1913 se inauguró el Cementerio Católico Municipal “San Francisco Javier”. Por tanto, ha cumplido cien años.
El primer difunto enterrado fue Andrés Navarro Picazo, el 23 de mayo recibió de manera gratuita santa sepultura.
La inauguración de este recinto corrió a cargo del alcalde, Javier López Arias, y del párroco, Pedro Bustos Alarcón, estando también presente el monaguillo Agustín Bustos.
El cementerio lleva el nombre del alcalde que lo inauguró, Francisco Javier López Arias (Tomelloso 1858-Socuéllamos 1921), quien llegó a Socuéllamos en 1882 y se casó con Amalia Benito. Tenía una bodega en la actual calle Don Javier, la cual se llama así por este empresario y político.
Era primo de Pedro Arias Moreno, padre de Carmen Arias, y como explicaba Francisco Javier Fresneda en su artículo sobre López Arias “llegó a la alcaldía en 1907, cuya alternancia con el partido conservador encabezado por Antonio Parras Serradell en un primer momento y por Juan Manuel Moreno después fue la tónica predominante hasta julio de 1909, año en el que se consolidó como alcalde prácticamente interrumpido hasta 1916, todo un logro para la inestabilidad existente en el Ayuntamiento de Socuéllamos hasta entonces”. Su hijo Francisco López Benito también fue alcalde socuellamino de 1918 a 1920.

La necrópolis socuellamina es visitada en estos días en los que recordamos a los finados por cientos de socuellaminos, residentes o ausentes, convirtiendo el santo recinto en un concurrido lugar de anuales encuentros familiares, sentidos pésames, y tristes recuerdos.
Durante días las tumbas y lápidas han sido limpiadas y adornadas con esmero. Los familiares dejan bien relucientes las lápidas, quitan hierbas, barren la tierra acumulada, pintan las tumbas, y cambian flores de la última morada de sus familiares. Las diferentes calles de nichos y tumbas se convierten por unos días en bellos, luminosos y coloridos expositores florales.
En la siguiente galería fotográfica puede leer los mensajes de despedida esculpidos en las lápidas de tumbas y nichos del cementerio municipal. /