Nueva entrega de la rutina de Gema y Pilar en Evinayong.

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Amanece un nuevo día en Evinayong. La rutina diaria comienza a las 7 de la mañana con la eucaristía y el canto de los gallos (¡porque por aquí hay muchos!). Desayuno exprés y salimos a las 8:30 hacia la consulta improvisada y “súper equipada” del instituto.

Hoy era un día especial: recibíamos a todos los niños del colegio y del instituto para hacerles revisiones y extracciones dentales, además de atender a los adultos que lo necesitaran. Los tratamientos han sido muy dolorosos, ya que en España esas muelas podrían salvarse con un empaste o una endodoncia. Pero aquí, lo más habitual es la extracción, para evitar infecciones y dolores futuros. Esa realidad está normalizada.

Lo que más nos ha llegado al corazón ha sido ver que a ningún niño lo esperaban ni lo venían a buscar, incluso cuando ya era tarde. No tienen la costumbre de ir acompañados por sus padres. No pedíamos consentimiento ni autorización de un adulto para realizar una extracción; aquí las reclamaciones no existen.

Por la tarde, el grupo de voluntarios y Mapi fueron a visitar a uno de los sacerdotes de la parroquia, el padre Tomás, para compartir una merienda que él había preparado con mucho esmero. ¿Cuál fue la sorpresa? ¡Cuando llegaron sus invitados, se habían robado todo lo que había comprado!

Después fuimos a las casas de las hermanas capuchinas. Nos mostraron sus instalaciones: centro de salud, colegio y convento. Disfrutamos de un tentempié acompañado de cantos de distintas regiones de África. Y como no podían faltar las manchegas, también sonó la jota de La Mancha en Guinea.

Hoy ha sido un día récord de muelas extraídas, revisiones realizadas y una gran satisfacción por poder ayudar a los demás.

Al llegar a casa, rezamos y compartimos una maravillosa cena preparada por nuestras hermanas. En la sobremesa, todos coincidimos en que, detrás de cada persona, hay una historia impactante. Seguimos dando gracias por la suerte que tenemos.

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Hoy era un día especial: recibíamos a todos los niños del colegio y del instituto para hacerles revisiones y extracciones dentales, además de atender a los adultos que lo necesitaran. Los tratamientos han sido muy dolorosos, ya que en España esas muelas podrían salvarse con un empaste o una endodoncia. Pero aquí, lo más habitual es la extracción, para evitar infecciones y dolores futuros. Esa realidad está normalizada.

Lo que más nos ha llegado al corazón ha sido ver que a ningún niño lo esperaban ni lo venían a buscar, incluso cuando ya era tarde. No tienen la costumbre de ir acompañados por sus padres. No pedíamos consentimiento ni autorización de un adulto para realizar una extracción; aquí las reclamaciones no existen.

Por la tarde, el grupo de voluntarios y Mapi fueron a visitar a uno de los sacerdotes de la parroquia, el padre Tomás, para compartir una merienda que él había preparado con mucho esmero. ¿Cuál fue la sorpresa? ¡Cuando llegaron sus invitados, se habían robado todo lo que había comprado!

Después fuimos a las casas de las hermanas capuchinas. Nos mostraron sus instalaciones: centro de salud, colegio y convento. Disfrutamos de un tentempié acompañado de cantos de distintas regiones de África. Y como no podían faltar las manchegas, también sonó la jota de La Mancha en Guinea.

Hoy ha sido un día récord de muelas extraídas, revisiones realizadas y una gran satisfacción por poder ayudar a los demás.

Al llegar a casa, rezamos y compartimos una maravillosa cena preparada por nuestras hermanas. En la sobremesa, todos coincidimos en que, detrás de cada persona, hay una historia impactante. Seguimos dando gracias por la suerte que tenemos.

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