SAN ANDRÉS AVELINO.

Estudio hagio-iconográfico del retablo de la Iglesia de Ntra. Sra. de la Asunción de Socuéllamos. Por Benito Cantero Ruiz. Catedrático de Gª e Historia y Dr. en Antropología.

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(1521- 10 de noviembre de 1608)

Andrés Avelino o Andrea Avellino fue un sacerdote napolitano, miembro de la Orden de los Clérigos Regulares o teatinos. Lanceloto – tal su nombre originario – Avelino nació en Castronuovo di Sant’Andrea (Italia). Sus padres fueron Juan Avelino y Margarita Apelli. Recibió la primera educación de su tío Cesare Appella, arcipreste del pueblo. En 1532 marchó a Senise, lugar cercano, a estudiar letras clásicas, matemáticas y música. El 17 de agosto de 1537, el obispo de Anglona lo consagró como subdiácono. Durante cuatro años ayudó a su tío en la catequesis de la parroquia; fue ordenado presbítero entre 1545 y 1546, y al año siguiente se matriculó en la Universidad de Nápoles para doctorarse en derecho. Acabados los estudios, y mientras esperaba la admisión en la Orden de clérigos regulares, trabajó como abogado en la Curia arzobispal de Nápoles. Tuvo que defender a un sacerdote culpable en el tribunal: ganó la causa, pero tuvo que mentir para hacerlo. Este hecho lo marcó y decidió dejar todo aquello que pudiese ser un obstáculo en su servicio a Dios.


Desde este momento llevó adelante con celo apostólico el servicio a Dios y a las almas, hasta el punto de poner en riesgo su vida física. Hombre virtuoso y justo, sacerdote pleno de unción y religioso denodadamente observante, se empeño con todas sus fuerzas en la atención de los fieles.

Recibido en la Casa Teatina de San Pablo el Mayor de Nápoles, tuvo por Maestro de Novicios al Beato Juan Marinoni y por compañero al Beato Pablo Burali. Hizo su profesión religiosa teatina el 25 de enero de 1558, Volvió a su pueblo y renunció a su parte de la herencia familiar en favor de su hermano. Poco después fue llamado a Nápoles por el vicario general, Scipione Rebiba. En 1551 recibió el encargo de reformar las costumbres del monasterio femenino de Sant'Arcangelo a Baiano. La vida religiosa se había degradado, a causa, entre otros motivos, de la costumbre que tenían las familias nobles de hacer ingresar a las muchachas que no habían hecho un matrimonio conveniente, a cambio de donaciones y legados a la comunidad. Lancellotto reformó el reglamento del convento, eliminando esta costumbre y aplicando la regla rigurosamente. A los tres votos religiosos conocidos, a saber, castidad, pobreza y obediencia, agregó el de renunciar decididamente a la propia voluntad y progresar incesantemente en el camino de la perfección evangélica. Eso hizo que se ganase enemistades y que incluso sufriera un atentado contra su vida.

En 1567 fue nombrado prepósito de San Paolo Maggiore de Nápoles, también durante diez años. En mayo de 1585, durante la revuelta ciudadana contra G. B. Starace, que era considerado responsable de la crisis y de la carestía que sufría la ciudad, Andrés Avelino hizo de mediador y puso a disposición de los necesitados los recursos de los teatinos. Fue visitador de la orden de la Lombardía de 1573 a 1577 y de Campania entre 1590 y 1591.

Colaboró con San Carlos Borromeo en la arquidiócesis de Milán, para aplicar las reformas del Concilio de Trento en esta jurisdicción eclesiástica, haciendo lo propio con el Beato Pablo Burali en la diócesis de Piacenza. La orden se expandió durante su mandato, sobre todo en Nápoles, Milán y Roma. Su actividad epistolar fue intensa, y también escribió tratados y opúsculos de exégesis y ascética. A sus escritos se hace patente la devoción a la Virgen María. Consideró sus maestros a Agustín de Hipona, Juan Crisóstomo, Bernardo de Claraval y Tomás de Aquino. Su discípulo más conocido fue el teatino Lorenzo Scupoli, autor del Combattimento spirituale. Como resultado de su apostolado epistolar y de las tareas que realizó, se pudo recoger un copioso material literario producido por San Andrés Avelino, que fue oportunamente publicado.

El 10 de noviembre de 1608, mientras se disponía a acceder al altar, para iniciar la celebración de la Eucaristía, sufrió un ataque de apoplejía, a causa del cual murió. Fue enterrado en San Paolo Maggiore de Nápoles donde s e encuentran sus reliquias. Su tumba es un lugar de peregrinación y devoción, especialmente entre aquellos que buscan su intercesión para protegerse contra la muerte súbita o en situaciones de riesgo y peligro.

El proceso de beatificación se inició en diciembre de 1614, siendo proclamado beato por Urbano VIII el 14 de octubre de 1624 y santo el 22 de mayo de 1712 por Clemente XI. Su festividad es el 10 de noviembre, aniversario de su muerte.

San Andrés Avelino es representado en la iconografía cristiana como un sacerdote con el hábito teatino, sosteniendo un crucifijo o un libro, símbolos de su amor por Cristo y la vida espiritual. En algunas representaciones, también se le muestra con una calavera, símbolo de su constante meditación sobre la muerte y su preparación para la vida eterna. Su imagen es un reflejo de su profunda piedad y su devoción a la Eucaristía.

Se le invoca, dado el modo en que murió, como patrono contra la muerte imprevista. A San Andrés Avelino se le atribuyen numerosos milagros, tanto en vida como tras su muerte. Uno de los milagros más destacados fue la curación de enfermedades graves a través de su intercesión y la protección de personas en peligro de muerte súbita. Muchas personas han informado de su ayuda en situaciones de gran peligro y aflicción, invocándolo especialmente para obtener protección espiritual1.

1 antodehoy.com/10-de-noviembre-san-andres-avelino/#Iconografia_y_simbologia_de_este_Santo

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SAN ANDRÉS AVELINO.

Estudio hagio-iconográfico del retablo de la Iglesia de Ntra. Sra. de la Asunción de Socuéllamos. Por Benito Cantero Ruiz. Catedrático de Gª e Historia y Dr. en Antropología.

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(1521- 10 de noviembre de 1608)

Andrés Avelino o Andrea Avellino fue un sacerdote napolitano, miembro de la Orden de los Clérigos Regulares o teatinos. Lanceloto – tal su nombre originario – Avelino nació en Castronuovo di Sant’Andrea (Italia). Sus padres fueron Juan Avelino y Margarita Apelli. Recibió la primera educación de su tío Cesare Appella, arcipreste del pueblo. En 1532 marchó a Senise, lugar cercano, a estudiar letras clásicas, matemáticas y música. El 17 de agosto de 1537, el obispo de Anglona lo consagró como subdiácono. Durante cuatro años ayudó a su tío en la catequesis de la parroquia; fue ordenado presbítero entre 1545 y 1546, y al año siguiente se matriculó en la Universidad de Nápoles para doctorarse en derecho. Acabados los estudios, y mientras esperaba la admisión en la Orden de clérigos regulares, trabajó como abogado en la Curia arzobispal de Nápoles. Tuvo que defender a un sacerdote culpable en el tribunal: ganó la causa, pero tuvo que mentir para hacerlo. Este hecho lo marcó y decidió dejar todo aquello que pudiese ser un obstáculo en su servicio a Dios.


Desde este momento llevó adelante con celo apostólico el servicio a Dios y a las almas, hasta el punto de poner en riesgo su vida física. Hombre virtuoso y justo, sacerdote pleno de unción y religioso denodadamente observante, se empeño con todas sus fuerzas en la atención de los fieles.

Recibido en la Casa Teatina de San Pablo el Mayor de Nápoles, tuvo por Maestro de Novicios al Beato Juan Marinoni y por compañero al Beato Pablo Burali. Hizo su profesión religiosa teatina el 25 de enero de 1558, Volvió a su pueblo y renunció a su parte de la herencia familiar en favor de su hermano. Poco después fue llamado a Nápoles por el vicario general, Scipione Rebiba. En 1551 recibió el encargo de reformar las costumbres del monasterio femenino de Sant'Arcangelo a Baiano. La vida religiosa se había degradado, a causa, entre otros motivos, de la costumbre que tenían las familias nobles de hacer ingresar a las muchachas que no habían hecho un matrimonio conveniente, a cambio de donaciones y legados a la comunidad. Lancellotto reformó el reglamento del convento, eliminando esta costumbre y aplicando la regla rigurosamente. A los tres votos religiosos conocidos, a saber, castidad, pobreza y obediencia, agregó el de renunciar decididamente a la propia voluntad y progresar incesantemente en el camino de la perfección evangélica. Eso hizo que se ganase enemistades y que incluso sufriera un atentado contra su vida.

En 1567 fue nombrado prepósito de San Paolo Maggiore de Nápoles, también durante diez años. En mayo de 1585, durante la revuelta ciudadana contra G. B. Starace, que era considerado responsable de la crisis y de la carestía que sufría la ciudad, Andrés Avelino hizo de mediador y puso a disposición de los necesitados los recursos de los teatinos. Fue visitador de la orden de la Lombardía de 1573 a 1577 y de Campania entre 1590 y 1591.

Colaboró con San Carlos Borromeo en la arquidiócesis de Milán, para aplicar las reformas del Concilio de Trento en esta jurisdicción eclesiástica, haciendo lo propio con el Beato Pablo Burali en la diócesis de Piacenza. La orden se expandió durante su mandato, sobre todo en Nápoles, Milán y Roma. Su actividad epistolar fue intensa, y también escribió tratados y opúsculos de exégesis y ascética. A sus escritos se hace patente la devoción a la Virgen María. Consideró sus maestros a Agustín de Hipona, Juan Crisóstomo, Bernardo de Claraval y Tomás de Aquino. Su discípulo más conocido fue el teatino Lorenzo Scupoli, autor del Combattimento spirituale. Como resultado de su apostolado epistolar y de las tareas que realizó, se pudo recoger un copioso material literario producido por San Andrés Avelino, que fue oportunamente publicado.

El 10 de noviembre de 1608, mientras se disponía a acceder al altar, para iniciar la celebración de la Eucaristía, sufrió un ataque de apoplejía, a causa del cual murió. Fue enterrado en San Paolo Maggiore de Nápoles donde s e encuentran sus reliquias. Su tumba es un lugar de peregrinación y devoción, especialmente entre aquellos que buscan su intercesión para protegerse contra la muerte súbita o en situaciones de riesgo y peligro.

El proceso de beatificación se inició en diciembre de 1614, siendo proclamado beato por Urbano VIII el 14 de octubre de 1624 y santo el 22 de mayo de 1712 por Clemente XI. Su festividad es el 10 de noviembre, aniversario de su muerte.

San Andrés Avelino es representado en la iconografía cristiana como un sacerdote con el hábito teatino, sosteniendo un crucifijo o un libro, símbolos de su amor por Cristo y la vida espiritual. En algunas representaciones, también se le muestra con una calavera, símbolo de su constante meditación sobre la muerte y su preparación para la vida eterna. Su imagen es un reflejo de su profunda piedad y su devoción a la Eucaristía.

Se le invoca, dado el modo en que murió, como patrono contra la muerte imprevista. A San Andrés Avelino se le atribuyen numerosos milagros, tanto en vida como tras su muerte. Uno de los milagros más destacados fue la curación de enfermedades graves a través de su intercesión y la protección de personas en peligro de muerte súbita. Muchas personas han informado de su ayuda en situaciones de gran peligro y aflicción, invocándolo especialmente para obtener protección espiritual1.

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