SAN ILDEFONSO. Estudio sobre las imágenes del retablo de la Iglesia de Ntra. Sra. de la Asunción por Benito Cantero Ruiz.

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Nació en Toledo en el año 606, donde también moriría en el año 667. Es esta su ciudad que lo tiene también por patrón. Pertenecía a una familia noble visigoda. Su tío era Eugenio II, arzobispo de esta ciudad, a quien encomendaron los padres del joven Ildefonso su primera educación. Cuando contaba diez años lo enviaron a Sevilla para estudiar con San Isidoro, donde permaneció doce años, y al regresar a Toledo ingresó en el monasterio benedictino de Agali. Fue ordenado diácono en el 632 y más tarde elegido abad. Durante su cargo asistió a los concilios VIII y IX que se celebraron el Toledo en los años 653 y 655. Sucedió a su tío en la silla pontifical de Toledo hasta la fecha de su muerte.
Los datos fundamentales de la historia de San Ildefonso pueden extraerse de su primera biografía, el Elogium, que San Julián añadió al De Viris Illustribus, obra del propio Ildefonso, continuadora de la que escribiera su maestro San Isidoro de Sevilla. Sin embargo, todas las hagiografías posteriores toman como fuente principal la Vita Sancti Ildefonsi escrita Cixila1, donde se narran los dos milagros más importantes ocurridos en vida de San Ildefonso y los únicos recogidos en su iconografía: la aparición de Santa Leocadia y la imposición de la casulla.
Primer milagro: San Ildefonso iba con el rey Recesvinto y con todo el pueblo en procesión a la iglesia de Santa Leocadia, patrona de Toledo, a celebrar la fiesta, cuando, postrados en oración, vieron el sepulcro abierto y a la santa incorporada que, apartando el velo de su rostro, le dijo a San Ildefonso: “Ildefonso, por ti vive mi Señora”. Antes de que Santa Leocadia volviese a su sepulcro, y para que quedara memoria del milagro, empezó San Ildefonso a pedir a gritos que le prestasen algo con que cortar parte de su velo. Fue el propio rey quien le prestó su daga. El cuchillo y el velo se guardaron inicialmente en la iglesia de Santa Leocadia, pero más tarde se trasladaron al sagrario de la propia catedral.
Segundo milagro: tiene relación con el anterior pues tradicionalmente se interpretaban las palabras de Santa Leocadia en agradecimiento por defender en sus escritos la virginidad de María. Así lo recoge Francisco de Pisa en su Descripción de la imperial ciudad de Toledo y su historia (1605). Así pues, en el día de la Encarnación, el santo acompañado del clero, se dirigía a decir misa, pero cuando llegaron a la iglesia la encontraron abierta y con un resplandor tan grande que nadie se atrevió a entrar, salvo San Ildefonso, que encontró a la Virgen sentada en la silla arzobispal rodeada de ángeles. El santo se arrodilló y la Virgen le dijo: “Porque tú, Ildefonso, guardando virginidad con limpieza de corazón y ardor de la fe, defendiste la mía, serás hoy honrado con un don del tesoro celestial de mi Hijo, y por mi mano te adornaré de esta gloriosa vestidura para que uses de ella en mis festividades”, y le impuso la casulla.

San Ildefonso fue enterrado en la iglesia de Santa Leocadia, pero tras la invasión árabe fue llevado a Zamora y depositado en la iglesia de San Pedro. Con el tiempo se perdió la memoria del lugar exacto en que se encontraba. Entonces llegó un pastor venido de Toledo señalando el lugar y diciendo que había sido el propio santo quien le había conducido hasta allí. Nadie dio crédito a sus palabras hasta que más tarde, haciendo obras en la iglesia, apareció una tumba en el lugar señalado por el pastor. Recompuestos los trozos de la lápida se podía leer: “Patris Ildephonsi Archiprasulis Toletani”, restableciéndose entonces su culto.
Iconográficamente se le reconoce por los siguientes atributos: casulla, libro y, excepcionalmente, cuchillo y velo. En sus representaciones suele aparecer maduro e imberbe.

El 23 de enero es la festividad de san Ildefonso y a su vez, como queda dicho, patrono de Toledo. Con todo, no está claro desde cuando se empezó a celebrar esta fiesta. Lo que sí sabemos es que conforme fue avanzando la Edad Media el número de festivos de origen religioso se fue incrementando. Los días de precepto que implicaban la obligación de la asistencia a misa y el descanso en el trabajo no favorecían el desarrollo económico ni la subsistencia de los más necesitados. En el siglo XVI no era extraño que el número de días festivos, incluyendo los domingos, superase el centenar, aunque había variaciones por reinos y localidades.

Para intentar poner freno a esta situación, el Papa Urbano VIII, por una bula de 1642, redujo notablemente su número. La celebración de San Ildefonso perdió esa condición. El Ayuntamiento de Toledo solicitó en 1652 al Cardenal Baltasar Moscoso y Sandoval que mantuviese como “fiesta de guardar” la que cada 23 de enero se celebraba en honor de San Ildefonso. Así lo aprobó por un edicto dado en Madrid, el 30 de noviembre de 1652, que aquí recogemos impreso.

El 24 de diciembre de ese mismo año, el Ayuntamiento hizo pregonar un bando con el siguiente texto: Sepan todos los vecinos y moradores de esta ciudad y villas y lugares de su arzobispado como el eminentísimo Sr. Cardenal Don Baltasar de Moscoso y Sandoval, arzobispo de Toledo, Primado de las Españas, a instancia del cabildo de la Santa Iglesia de esta ciudad y del Ayuntamiento de esta imperial ciudad, ha sido servido de mandar que en esta ciudad y su arzobispado se guarde por día de fiesta de aquí adelante el día del glorioso San Ildefonso, arzobispo de Toledo y natural de ella, que se celebra a 23 de enero de cada año. Se manda pregonar para que venga a noticia de todos.

Un nuevo intento de supresión de esta festividad se producirá durante el pontificado de Pío IX que con un “motu proprio” de 2 de julio de 1911 redujo los días festivos a tan solo ocho, sin contar los domingos. Pero los toledanos volvieron a solicitar que su tradicional fiesta no desapareciese, logrando que fuera repuesta por el Papa Benedicto XV, en un breve apostólico de 10 de marzo de 1914. El diario El Castellano, de 20 de enero de 1915, anunciaba su restablecimiento con la siguiente noticia: Por especialísima gracia de Su Santidad, se ha restablecido para Toledo y toda
la Diócesis la fiesta de San Ildefonso, con la consiguiente obligación de oír Misa y de abstenerse de obras serviles2.

Benito Cantero Ruiz. Catedrático de Gª e Historia y Dr. en Antropología.

1 Obispo mozárabe que habría ocupado la sede metropolitana de Toledo a mediados del siglo VIII.

2https://www.toledo.es/toledo-siempre/documentos-interesantes/73-desde-cuando-celebramos-la-festividad-de-san-ildefonso/#:~:text=El%2023%20de%20enero%2C%20festividad,667%2C%20en%20pleno%20dominio%20visigodo.

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SAN ILDEFONSO. Estudio sobre las imágenes del retablo de la Iglesia de Ntra. Sra. de la Asunción por Benito Cantero Ruiz.

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Nació en Toledo en el año 606, donde también moriría en el año 667. Es esta su ciudad que lo tiene también por patrón. Pertenecía a una familia noble visigoda. Su tío era Eugenio II, arzobispo de esta ciudad, a quien encomendaron los padres del joven Ildefonso su primera educación. Cuando contaba diez años lo enviaron a Sevilla para estudiar con San Isidoro, donde permaneció doce años, y al regresar a Toledo ingresó en el monasterio benedictino de Agali. Fue ordenado diácono en el 632 y más tarde elegido abad. Durante su cargo asistió a los concilios VIII y IX que se celebraron el Toledo en los años 653 y 655. Sucedió a su tío en la silla pontifical de Toledo hasta la fecha de su muerte.
Los datos fundamentales de la historia de San Ildefonso pueden extraerse de su primera biografía, el Elogium, que San Julián añadió al De Viris Illustribus, obra del propio Ildefonso, continuadora de la que escribiera su maestro San Isidoro de Sevilla. Sin embargo, todas las hagiografías posteriores toman como fuente principal la Vita Sancti Ildefonsi escrita Cixila1, donde se narran los dos milagros más importantes ocurridos en vida de San Ildefonso y los únicos recogidos en su iconografía: la aparición de Santa Leocadia y la imposición de la casulla.
Primer milagro: San Ildefonso iba con el rey Recesvinto y con todo el pueblo en procesión a la iglesia de Santa Leocadia, patrona de Toledo, a celebrar la fiesta, cuando, postrados en oración, vieron el sepulcro abierto y a la santa incorporada que, apartando el velo de su rostro, le dijo a San Ildefonso: “Ildefonso, por ti vive mi Señora”. Antes de que Santa Leocadia volviese a su sepulcro, y para que quedara memoria del milagro, empezó San Ildefonso a pedir a gritos que le prestasen algo con que cortar parte de su velo. Fue el propio rey quien le prestó su daga. El cuchillo y el velo se guardaron inicialmente en la iglesia de Santa Leocadia, pero más tarde se trasladaron al sagrario de la propia catedral.
Segundo milagro: tiene relación con el anterior pues tradicionalmente se interpretaban las palabras de Santa Leocadia en agradecimiento por defender en sus escritos la virginidad de María. Así lo recoge Francisco de Pisa en su Descripción de la imperial ciudad de Toledo y su historia (1605). Así pues, en el día de la Encarnación, el santo acompañado del clero, se dirigía a decir misa, pero cuando llegaron a la iglesia la encontraron abierta y con un resplandor tan grande que nadie se atrevió a entrar, salvo San Ildefonso, que encontró a la Virgen sentada en la silla arzobispal rodeada de ángeles. El santo se arrodilló y la Virgen le dijo: “Porque tú, Ildefonso, guardando virginidad con limpieza de corazón y ardor de la fe, defendiste la mía, serás hoy honrado con un don del tesoro celestial de mi Hijo, y por mi mano te adornaré de esta gloriosa vestidura para que uses de ella en mis festividades”, y le impuso la casulla.

San Ildefonso fue enterrado en la iglesia de Santa Leocadia, pero tras la invasión árabe fue llevado a Zamora y depositado en la iglesia de San Pedro. Con el tiempo se perdió la memoria del lugar exacto en que se encontraba. Entonces llegó un pastor venido de Toledo señalando el lugar y diciendo que había sido el propio santo quien le había conducido hasta allí. Nadie dio crédito a sus palabras hasta que más tarde, haciendo obras en la iglesia, apareció una tumba en el lugar señalado por el pastor. Recompuestos los trozos de la lápida se podía leer: “Patris Ildephonsi Archiprasulis Toletani”, restableciéndose entonces su culto.
Iconográficamente se le reconoce por los siguientes atributos: casulla, libro y, excepcionalmente, cuchillo y velo. En sus representaciones suele aparecer maduro e imberbe.

El 23 de enero es la festividad de san Ildefonso y a su vez, como queda dicho, patrono de Toledo. Con todo, no está claro desde cuando se empezó a celebrar esta fiesta. Lo que sí sabemos es que conforme fue avanzando la Edad Media el número de festivos de origen religioso se fue incrementando. Los días de precepto que implicaban la obligación de la asistencia a misa y el descanso en el trabajo no favorecían el desarrollo económico ni la subsistencia de los más necesitados. En el siglo XVI no era extraño que el número de días festivos, incluyendo los domingos, superase el centenar, aunque había variaciones por reinos y localidades.

Para intentar poner freno a esta situación, el Papa Urbano VIII, por una bula de 1642, redujo notablemente su número. La celebración de San Ildefonso perdió esa condición. El Ayuntamiento de Toledo solicitó en 1652 al Cardenal Baltasar Moscoso y Sandoval que mantuviese como “fiesta de guardar” la que cada 23 de enero se celebraba en honor de San Ildefonso. Así lo aprobó por un edicto dado en Madrid, el 30 de noviembre de 1652, que aquí recogemos impreso.

El 24 de diciembre de ese mismo año, el Ayuntamiento hizo pregonar un bando con el siguiente texto: Sepan todos los vecinos y moradores de esta ciudad y villas y lugares de su arzobispado como el eminentísimo Sr. Cardenal Don Baltasar de Moscoso y Sandoval, arzobispo de Toledo, Primado de las Españas, a instancia del cabildo de la Santa Iglesia de esta ciudad y del Ayuntamiento de esta imperial ciudad, ha sido servido de mandar que en esta ciudad y su arzobispado se guarde por día de fiesta de aquí adelante el día del glorioso San Ildefonso, arzobispo de Toledo y natural de ella, que se celebra a 23 de enero de cada año. Se manda pregonar para que venga a noticia de todos.

Un nuevo intento de supresión de esta festividad se producirá durante el pontificado de Pío IX que con un “motu proprio” de 2 de julio de 1911 redujo los días festivos a tan solo ocho, sin contar los domingos. Pero los toledanos volvieron a solicitar que su tradicional fiesta no desapareciese, logrando que fuera repuesta por el Papa Benedicto XV, en un breve apostólico de 10 de marzo de 1914. El diario El Castellano, de 20 de enero de 1915, anunciaba su restablecimiento con la siguiente noticia: Por especialísima gracia de Su Santidad, se ha restablecido para Toledo y toda
la Diócesis la fiesta de San Ildefonso, con la consiguiente obligación de oír Misa y de abstenerse de obras serviles2.

Benito Cantero Ruiz. Catedrático de Gª e Historia y Dr. en Antropología.

1 Obispo mozárabe que habría ocupado la sede metropolitana de Toledo a mediados del siglo VIII.

2https://www.toledo.es/toledo-siempre/documentos-interesantes/73-desde-cuando-celebramos-la-festividad-de-san-ildefonso/#:~:text=El%2023%20de%20enero%2C%20festividad,667%2C%20en%20pleno%20dominio%20visigodo.

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