Santoral del 11 de octubre. Anastasio, Bruno, Cánico, Felipe, Gaudencio, Gumaro, Juan, Mª Soledad, Meinardo, Pedro, Santino y Sármata.

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11 de octubre. Mes dedicado al Santo Rosario. Sábado de la XXVII Semana del Tiempo Ordinario.

Felicidades a los que se llaman: Anastasio, Bruno, Cánico, Felipe, Gaudencio, Gumaro, Juan, Mª Soledad, Meinardo, Pedro, Santino y Sármata.


Salmo

Alegraos, justos, con el Señor


Evangelio de hoy

Lectura del santo Evangelio según san Lucas (11,27-28):

En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la multitud, una mujer del pueblo gritando, le dijo: «¡Dichosa la mujer que te llevó en su seno y cuyos pechos te amamantaron!»
Pero Jesús le respondió: «Dichosos todavía más los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica».

Palabra del Señor


San Anastasio de Schemaris, presbítero, apocrisario (apocrisiario es equivalente a embajador o nuncio) de la Iglesia Romana y compañero en la confesión de la fe católica y en el destierro de san Máximo el Confesor, que entregó su espíritu a Dios mientras pronunciaba en la celebración de la santa Sinaxis: «Lo santo para los santos». (s. VII).

San Bruno de Lotaringia obispo, hermano del emperador Otón I recibió conjuntamente el gobierno de Lotaringia y la función episcopal, y llevó a cabo su misión sacerdotal con gran fidelidad, mostrando a la vez su gran magnanimidad como príncipe. (s. X).

San Cánico de Ossory abad en Hibernia que no Invernalia (hoy Irlanda) fundó muchos monasterios. (s. VI).

San Felipe diácono, uno de los siete diáconos elegidos por los apóstoles, que convirtió a los samaritanos a la fe en Cristo, bautizó al eunuco de Candace, reina de los etíopes, y evangelizó todas las ciudades por las que pasaba hasta llegar a Cesarea, donde, según la tradición, descansó en el Señor (s. I).

San Gaudencio o Radzim, obispo, que hermano, según la carne y según el espíritu, de san Adalberto, obispo de Praga, compañero fiel suyo en los trabajos, testigo de su martirio, padeciendo también encarcelamientos (s. XI).

San Gumaro de Lierre, que era soldado, pero, devoto de Dios, con sus bienes construyó un oratorio, donde a su muerte fue enterrado (s. VIII).

San Juan XXIII papa Angelo Giuseppe Roncalli fue el 261º papa de la Iglesia Católica y soberano de la Ciudad del Vaticano entre 1958 y 1963. Antes de ser papa desempeñó cargos como nuncio en el este de Europa (Bulgaria, Turquía, Grecia). Su pontificado, que en un principio se preveía de transición, aunque corto fue sin embargo sumamente intenso. Sus encíclicas Mater et Magistra ('Madre y Maestra', 1961) y Pacem in Terris ('Paz en la Tierra', 1963), esta última escrita en plena guerra fría luego de la llamada «crisis de los misiles» de octubre de 1962, se convirtieron en documentos señeros que marcaron el papel de la Iglesia católica en el mundo actual. Pero el punto culminante de su trabajo apostólico fue, sin dudas, su iniciativa personal, apenas tres meses después de su elección como pontífice, de convocar el Concilio Vaticano II, que imprimiría una orientación pastoral renovada en la Iglesia católica del siglo XX. Sería Pablo VI quien enfatizaría los propósitos básicos del concilio y lo guiaría a través de las tres etapas conciliares siguientes hasta su final. Caracterizado por su sentido del humor, se recuerda a Juan XXIII con el cariñoso apelativo de «el papa bueno». Fue beatificado por el papa Juan Pablo II durante el «Gran Jubileo» del año 2000. (s. XX).

Santa María Soledad Torres Acosta, virgen, que desde su juventud demostró gran solicitud hacia los enfermos pobres, a los que atendió con total abnegación, especialmente al fundar la Congregación de las Siervas de María, Ministras de los Enfermos. (s. XIX).

San Meinardo de Riga, obispo, que era monje en Germania, y ya anciano, cuando decidió dirigirse a Livonia para evangelizar aquel pueblo, construyó la iglesia de Üxkül, fue ordenado obispo y puso los cimientos de la fe cristiana en aquella región. (s. XII).

San Pedro Le Tuy, presbítero y mártir, que, por su fe en Cristo, fue degollado en tiempo del emperador Minh Mang. (s. XIX)

San Santino de Verdún, obispo, que, según se cree, fue el primero en predicar el Evangelio en esta ciudad (s. IV).

San Sármata de Tebaida, que, siendo discípulo de san Antonio, recibió la muerte a manos de los sarracenos. (s. IV).

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11 de octubre. Mes dedicado al Santo Rosario. Sábado de la XXVII Semana del Tiempo Ordinario.

Felicidades a los que se llaman: Anastasio, Bruno, Cánico, Felipe, Gaudencio, Gumaro, Juan, Mª Soledad, Meinardo, Pedro, Santino y Sármata.


Salmo

Alegraos, justos, con el Señor


Evangelio de hoy

Lectura del santo Evangelio según san Lucas (11,27-28):

En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la multitud, una mujer del pueblo gritando, le dijo: «¡Dichosa la mujer que te llevó en su seno y cuyos pechos te amamantaron!»
Pero Jesús le respondió: «Dichosos todavía más los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica».

Palabra del Señor


San Anastasio de Schemaris, presbítero, apocrisario (apocrisiario es equivalente a embajador o nuncio) de la Iglesia Romana y compañero en la confesión de la fe católica y en el destierro de san Máximo el Confesor, que entregó su espíritu a Dios mientras pronunciaba en la celebración de la santa Sinaxis: «Lo santo para los santos». (s. VII).

San Bruno de Lotaringia obispo, hermano del emperador Otón I recibió conjuntamente el gobierno de Lotaringia y la función episcopal, y llevó a cabo su misión sacerdotal con gran fidelidad, mostrando a la vez su gran magnanimidad como príncipe. (s. X).

San Cánico de Ossory abad en Hibernia que no Invernalia (hoy Irlanda) fundó muchos monasterios. (s. VI).

San Felipe diácono, uno de los siete diáconos elegidos por los apóstoles, que convirtió a los samaritanos a la fe en Cristo, bautizó al eunuco de Candace, reina de los etíopes, y evangelizó todas las ciudades por las que pasaba hasta llegar a Cesarea, donde, según la tradición, descansó en el Señor (s. I).

San Gaudencio o Radzim, obispo, que hermano, según la carne y según el espíritu, de san Adalberto, obispo de Praga, compañero fiel suyo en los trabajos, testigo de su martirio, padeciendo también encarcelamientos (s. XI).

San Gumaro de Lierre, que era soldado, pero, devoto de Dios, con sus bienes construyó un oratorio, donde a su muerte fue enterrado (s. VIII).

San Juan XXIII papa Angelo Giuseppe Roncalli fue el 261º papa de la Iglesia Católica y soberano de la Ciudad del Vaticano entre 1958 y 1963. Antes de ser papa desempeñó cargos como nuncio en el este de Europa (Bulgaria, Turquía, Grecia). Su pontificado, que en un principio se preveía de transición, aunque corto fue sin embargo sumamente intenso. Sus encíclicas Mater et Magistra ('Madre y Maestra', 1961) y Pacem in Terris ('Paz en la Tierra', 1963), esta última escrita en plena guerra fría luego de la llamada «crisis de los misiles» de octubre de 1962, se convirtieron en documentos señeros que marcaron el papel de la Iglesia católica en el mundo actual. Pero el punto culminante de su trabajo apostólico fue, sin dudas, su iniciativa personal, apenas tres meses después de su elección como pontífice, de convocar el Concilio Vaticano II, que imprimiría una orientación pastoral renovada en la Iglesia católica del siglo XX. Sería Pablo VI quien enfatizaría los propósitos básicos del concilio y lo guiaría a través de las tres etapas conciliares siguientes hasta su final. Caracterizado por su sentido del humor, se recuerda a Juan XXIII con el cariñoso apelativo de «el papa bueno». Fue beatificado por el papa Juan Pablo II durante el «Gran Jubileo» del año 2000. (s. XX).

Santa María Soledad Torres Acosta, virgen, que desde su juventud demostró gran solicitud hacia los enfermos pobres, a los que atendió con total abnegación, especialmente al fundar la Congregación de las Siervas de María, Ministras de los Enfermos. (s. XIX).

San Meinardo de Riga, obispo, que era monje en Germania, y ya anciano, cuando decidió dirigirse a Livonia para evangelizar aquel pueblo, construyó la iglesia de Üxkül, fue ordenado obispo y puso los cimientos de la fe cristiana en aquella región. (s. XII).

San Pedro Le Tuy, presbítero y mártir, que, por su fe en Cristo, fue degollado en tiempo del emperador Minh Mang. (s. XIX)

San Santino de Verdún, obispo, que, según se cree, fue el primero en predicar el Evangelio en esta ciudad (s. IV).

San Sármata de Tebaida, que, siendo discípulo de san Antonio, recibió la muerte a manos de los sarracenos. (s. IV).

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