17 de noviembre. Mes dedicado a rezar por las santas almas del Purgatorio. Lunes de la XXXIII Semana del Tiempo Ordinario
Celebramos la onomástica de los bautizados con el nombre de: Gregorio, Isabel, Victoria, Acisclo, Alfeo, Aniano, Florino, Hilda, Hugo, Ilda, Juan, Lázaro, Namacio, Raveriano y Zaqueo.
Salmo
Dame vida, Señor, para que observe tus decretos
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (18, 35-43):
En aquel tiempo, cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino, pidiendo limosna.
Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello; y le explicaron: «Pasa Jesús Nazareno.»
Entonces gritó: «¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!»
Los que iban delante le regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!»
Jesús se paró y mandó que se lo trajeran.
Cuando estuvo cerca, le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?»
Él dijo: «Señor, que vea otra vez.»
Jesús le contestó: «Recobra la vista, tu fe te ha curado.»
En seguida recobró la vista y lo siguió glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios.
Palabra del Señor
San Juan del Castillo mártir. Como curiosidad deciros que era natural del vecino pueblo de Belmonte (Cuenca). En su historia está inspirada la película LA MISIÓN…
De familia noble. Fue el hijo mayor de diez hermanos. Sus padres, Alonso del Castillo, que fue regidor de la villa, y María Rodríguez, fueron un matrimonio distinguido por su honradez y virtud. Es uno de los tres jesuitas mártires de la región del Río de la Plata. Ellos son Roque González de Santa Cruz, Alfonso Rodríguez y Juan del Castillo. El 20 de octubre de 1558, S. Francisco de Borja había fundado el Colegio que la Compañía de Jesús en Belmonte, donde Juan pudo iniciar sus estudios de humanidades. De allí, se trasladó a Madrid, al noviciado de los jesuitas, que había conocido en su pueblo natal, en el que fue admitido el 22 de mayo de 1614, con 18 años. Acabado el noviciado, el 2 de noviembre de 1616 va a Huete (Cuenca) para hacer sus estudios de Filosofía en el Colegio de la Compañía. Por allí, pasó el P. Juan de Viana, Procurador del Paraguay, "ponderando la abundancia de mies, de las almas, de las penalidades y fatigas de los misioneros y del martirio cierto…". Esto enardeció el corazón de nuestro joven estudiante enamorado de Cristo y de su cruz. El hermano Castillo decide marchar a misiones "porque allí hay fama de mayor pobreza, fatigas y trabajos apostólicos". Su integridad de vida, modestia, piedad y aplicación fueron extraordinarias. Antes de partir, acude a su pueblo, y se despide a los pies de su patrona, Ntra. Sra. de Gracia…En Lisboa, conoce al P. Alfonso Rodríguez de Zamora, desde ese momento "compañero" de misión y martirio… Por fin llega a Buenos Aires, y de allí, en 1620 es enviado a La Concepción (Chile) donde imparte clase a los jóvenes, a los que deja impresionados por el ejemplo de su vida. Posteriormente irá a Córdoba (Argentina) a terminar sus estudios de filosofía y teología, y para aprender el "guaraní" para poder misionar entre los indios.
El 16 de Diciembre de 1625 es ordenado sacerdote. La víspera se ofrece al Señor con una sencilla oración: "¡Dame fuerzas…!". El 8 de marzo de 1626 escribe una carta a su padre, que se guarda en el archivo parroquial, expresando sus anhelos misioneros y con sabor a despedida: "Dixe mi primera misa ocho días después de la fiesta de la Purísima Concepción de la Virgen Ntra. Sra. … Luego subiré a las misiones del Paraguay a trabaxar y morir entre aquellos indios de donde daré a vuestra merced, relación larga de cómo me fuere por allá…
Las reducciones eran poblados indígenas en los cuales los jesuitas reunían a los indios para enseñarlos a trabajar establemente, convirtiéndolos al cristianismo y habituándoles a la vida civil. En primer lugar, irá a una "reducción" de los jesuitas de S. Nicolás de Paratiní, poco antes fundada por el P. Roque González, que después moriría mártir con él. El 14 de agosto de 1628 es destinado a Asunción (Paraguay), junto al río Yjuhí, donde él mismo funda una Nueva Reducción, que iba a ser el escenario de su martirio, en la que el 15 de agosto, congregó a 400 indios. Allí trabajó un cierto tiempo, recogiendo buenos frutos en la conversión y organización social, a pesar de la fiereza de los indígenas. Eran particularmente hostiles a los misioneros y a las reducciones. Fue uno de ellos, Nezú, el que entró en el poblado, organizado para conseguir sus beneficios. Enseguida, llegó al enfrentamiento en contra de los misioneros, conservando su concubina y procurando reconducir a los indios a la antigua fe de sus mayores. Nezú ordenó en noviembre de 1628 matar a los religiosos y quemar la iglesia. Primeramente, las víctimas fueron los padres Roque González y Alfonso Rodríguez, uno paraguayo y el otro español, que fueron asesinados el 15 de noviembre. Como dicen las "Actas del Martirio": "El viernes 17 de noviembre de 1628, a las tres de la tarde, mientras estaba rezando vísperas en la puerta de la Capilla, cogido a traición, lo derribaron en tierra, dándole muchas bofetadas… atándole las muñecas lo arrastraron por el bosque tres cuartos de legua, le clavaron flechas, le apedrearon y le golpearon con porras… Mientras, al Padre Castillo se le oía musitar: "Sea por amor de Dios". Y desde las manos de su verdugo, voló a las de su Dios". En los primeros momentos después del martirio, los mismos indios ya bautizados, cristianos, recogieron los despojos humanos que habían dejado, llevándolos como verdaderas reliquias de los "Santos Mártires". Se recibieron en Candelaria con extraña fiesta y regocijo de danzas y repique de campanas y otras muestras de alegría y júbilo.
San Gregorio Taumaturgo obispo, que siendo aun adolescente abrazó la fe cristiana, fue progresando en las ciencias divinas y humanas, y, ordenado obispo, brilló por su doctrina, virtudes y trabajos apostólicos. Por los incontables milagros que realizó, se le llamó “Taumaturgo”. Siglo III.
Santa Isabel de Hungría siendo casi una niña se casó con Luis, langradve de Turingia, a quien dio tres hijos, y al quedar viuda, después de sufrir muchas calamidades y siempre inclinada a la meditación de las cosas celestiales, se retiró a Marburgo, en un hospital que ella misma había fundado, donde, abrazándose a la pobreza, se dedicó al cuidado de los enfermos y de los pobres hasta el último suspiro de su vida, que fue a los veinticinco años de edad. Siglo XIII.
Santa Victoria y san Acisclo de Córdoba, mártires. Siglo IV.
Santos Zaqueo y Alfeo de Cesarea mártires, en Palestina que por confesar con todas sus fuerzas a Dios y a Jesucristo Rey, después de muchos tormentos fueron condenados a muerte, en el primer año de la persecución ordenada por el emperador Diocleciano. Siglo IV.
San Aniano de Orleáns obispo que, confiando sólo en Dios, cuyo auxilio no cesaba de pedir con oraciones y lágrimas, liberó a su ciudad, asediada por los hunos. Siglo V.
San Florino de Rëmus presbítero, en la actual Suiza. Siglo IX.
Santa Hilda de Whitby abadesa. En Nortumbría norte de Inglaterra. Siglo VII.
San Hugo de Lincoln obispo, era monje cartujo cuando fue llamado para regir la iglesia de Lincoln (Inglaterra) donde realizó un trabajo excelente, lo mismo en la defensa de las libertades de la Iglesia que en arrancar a los judíos de las manos de sus enemigos. Siglo XIII. (En Inglaterra también se persiguió y expulsó a los judíos, mucho antes que en España)
San Hugo de Noaria abad, enviado por san Bernardo de Claraval estableció la Orden Cisterciense en Sicilia y en Calabria. Siglo XII.
Santa Ilda de Inglaterra. Siglo VII. Su madre era princesa de Inglaterra y soñaba con casarla con un príncipe.
Cuando llegó a su juventud, lo dejó todo para ponerse al servicio de Dios. Incluso abandonó el lugar para irse a otro en donde pudiera estar tranquila y en paz consigo misma y con el Señor.Y cuanto más huía del mundo, tanto más se sentía perseguida por él.
A los 30 años era tal tu santidad y su estilo de vidas que muchos jóvenes se sentían atraídos por su vida contemplativa. Por doquiera pasaba, se construían monasterios. Siendo una joven, acudían a ella los obispos, gente de la alta alcurnia para pedirle consejo sobre cualquier tema, sobre todo los del espíritu.
Lo primero que recomendaba era la justicia. Y como consecuencia de ella viene la paz, la piedad y el buen entendimiento entre todos. Es interesante saber que algunos de los jóvenes que le siguieron, llegaron a ser obispos. Siguieron la llamada de Dios.
Se le considera como la gran maestra del espíritu en Inglaterra, el diamante que iluminó toda la isla, según el sueño que tuvo la madre acerca de su hija. Los últimos años de su vida padeció fiebres continuas.
San Lázaro de Constantinopla monje nacido en Armenia, que insigne en la pintura artística de imágenes sagradas, al negarse a destruir sus obras por orden del emperador iconoclasta Teófilo, fue atormentado con crueles suplicios, pero después, apaciguadas las controversias sobre el debido culto a las imágenes, el emperador Miguel III le envió a Roma para afianzar la concordia y unidad de toda la Iglesia
San Namacio de Vienne obispo.
San Raveriano monje




























