Santoral del 2 de diciembre. Bibiana, Adrián, Anselmo, Aurelia, Constantino, Habacuc, Martana, Nono, Pimenio, Seguro y Silverio.

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2 de diciembre. Lunes de la I Semana de Adviento

Felicidades para los que se llaman: Bibiana, Adrián, Anselmo, Aurelia, Constantino, Habacuc, Martana, Nono, Pimenio, Seguro y Silverio.

Primera Lectura

Lectura del libro de Isaías (2,1-5):

VISIÓN de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén.
En los días futuros estará firme
el monte de la casa del Señor,
en la cumbre de las montañas,
más elevado que las colinas.
Hacia él confluirán todas las naciones,
caminarán pueblos numerosos y dirán:

«Venid, subamos al monte del Señor,
a la casa del Dios de Jacob.
Él nos instruirá en sus caminos
y marcharemos por sus sendas;
porque de Sión saldrá la ley,
la palabra del Señor de Jerusalén».
Juzgará entre las naciones,
será árbitro de pueblos numerosos.
De las espadas forjarán arados,
de las lanzas, podaderas.
No alzará la espada pueblo contra pueblo,
no se adiestrarán para la guerra.
Casa de Jacob, venid;
caminemos a la luz del Señor.

Palabra de Dios

Salmo: Vamos alegres a la casa del Señor.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (8,5-11):

EN aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole:
«Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho».
Le contestó:
«Voy yo a curarlo».
Pero el centurión le replicó:
«Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: «Ve», y va; al otro: «Ven», y viene; a mi criado: «Haz esto», y lo hace».
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían:
«En verdad os digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos».

Palabra del Señor

Santa Bibiana. No tenemos fechas de su vida, pero está documentada la dedicación a esta santa de una basílica en Roma en el pontificado del papa Simplicio (468-473). Sufrió el martirio bajo el emperador Juliano el Apóstata a finales del siglo III, con una entrega colmada dando su vida a Dios, al igual que sus padres san Flaviano y santa Dafrosa y su hermana Demetria. La tradición y la iconografía representan su martirio mediante la flagelación, estando atada a una columna. Es patrona de los epilépticos, los que sufren crisis nerviosas, dolores de cabeza y enfermos mentales. (s. III).

San Adria.

San Anselmo monje.

Santa Aurelia mártir.

San Constantino abad.

San Habacuc profeta que aparece en el Antiguo Testamento el cual, ante la iniquidad y violencia de los hombres, anunció el juicio de Dios, pero también su misericordia, diciendo: El justo vivirá por su fe.

Santa Martana mártir.

San Nono obispo.

San Pimenio fue presbítero y mártir en el siglo III/IV.

San Seguro mártir.

San Silverio papa y mártir, el cual, no queriendo rehabilitar a Antimo, obispo herético de Constantinopla depuesto por su predecesor san Agapito, por orden de la emperatriz Teodora fue privado de su sede y enviado al destierro, donde murió desgastado por los sufrimientos. (s. VI).

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Felicidades para los que se llaman: Bibiana, Adrián, Anselmo, Aurelia, Constantino, Habacuc, Martana, Nono, Pimenio, Seguro y Silverio.

Primera Lectura

Lectura del libro de Isaías (2,1-5):

VISIÓN de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén.
En los días futuros estará firme
el monte de la casa del Señor,
en la cumbre de las montañas,
más elevado que las colinas.
Hacia él confluirán todas las naciones,
caminarán pueblos numerosos y dirán:

«Venid, subamos al monte del Señor,
a la casa del Dios de Jacob.
Él nos instruirá en sus caminos
y marcharemos por sus sendas;
porque de Sión saldrá la ley,
la palabra del Señor de Jerusalén».
Juzgará entre las naciones,
será árbitro de pueblos numerosos.
De las espadas forjarán arados,
de las lanzas, podaderas.
No alzará la espada pueblo contra pueblo,
no se adiestrarán para la guerra.
Casa de Jacob, venid;
caminemos a la luz del Señor.

Palabra de Dios

Salmo: Vamos alegres a la casa del Señor.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (8,5-11):

EN aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole:
«Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho».
Le contestó:
«Voy yo a curarlo».
Pero el centurión le replicó:
«Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: «Ve», y va; al otro: «Ven», y viene; a mi criado: «Haz esto», y lo hace».
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían:
«En verdad os digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos».

Palabra del Señor

Santa Bibiana. No tenemos fechas de su vida, pero está documentada la dedicación a esta santa de una basílica en Roma en el pontificado del papa Simplicio (468-473). Sufrió el martirio bajo el emperador Juliano el Apóstata a finales del siglo III, con una entrega colmada dando su vida a Dios, al igual que sus padres san Flaviano y santa Dafrosa y su hermana Demetria. La tradición y la iconografía representan su martirio mediante la flagelación, estando atada a una columna. Es patrona de los epilépticos, los que sufren crisis nerviosas, dolores de cabeza y enfermos mentales. (s. III).

San Adria.

San Anselmo monje.

Santa Aurelia mártir.

San Constantino abad.

San Habacuc profeta que aparece en el Antiguo Testamento el cual, ante la iniquidad y violencia de los hombres, anunció el juicio de Dios, pero también su misericordia, diciendo: El justo vivirá por su fe.

Santa Martana mártir.

San Nono obispo.

San Pimenio fue presbítero y mártir en el siglo III/IV.

San Seguro mártir.

San Silverio papa y mártir, el cual, no queriendo rehabilitar a Antimo, obispo herético de Constantinopla depuesto por su predecesor san Agapito, por orden de la emperatriz Teodora fue privado de su sede y enviado al destierro, donde murió desgastado por los sufrimientos. (s. VI).

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