3 de junio. Mes del Sagrado Corazón de Jesús. Martes de la VII Semana de Pascua.
Felicidades a los que se llaman Carlos, Cecilio, Glotilde, Cono, Davino, Genesio, Hilario, Juan, Kevin, Lifardo, Morando, Oliva y Pedro.
Salmo
Reyes de la tierra, cantad a Dios
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Juan (17,1-11a):
En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, dijo: «Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique y, por el poder que tú le has dado sobre toda carne, dé la vida eterna a los que le confiaste. Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado sobre la tierra, he coronado la obra que me encomendaste. Y ahora, Padre, glorifícame cerca de ti, con la gloria que yo tenía cerca de ti, antes que el mundo existiese. He manifestado tu nombre a los hombres que me diste de en medio del mundo. Tuyos eran, y tú me los diste, y ellos han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todo lo que me diste procede de ti, porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste, y ellos las han recibido, y han conocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me has enviado. Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por éstos que tú me diste, y son tuyos. Sí, todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y en ellos he sido glorificado. Ya no voy a estar en el mundo, pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti.»
Palabra del Señor
San Carlos Lwanga y compañeros mártires, todos ellos de edades comprendidas entre los catorce y los treinta años, que perteneciendo a la corte de jóvenes nobles o al cuerpo de guardia del rey Mwanga, y siendo neófitos o seguidores de la fe católica, por no ceder a los deseos impuros del monarca murieron en la colina Namugongo, degollados o quemados vivos. Estos son sus nombres: Mbaya Tuzinde, Bruno Seronuma, Jacobo Buzabaliao, Kizito, Ambrosio Kibuka, Mgagga, Gyavira, Achilles Kiwanuka, Adolfo Ludigo Mkasa, Mukasa Kiriwanvu, Anatolius Kiriggwajjo y Lucas Banabakintu. (s. XIX)
San Cecilio de Cartago presbítero, que convirtió a la fe en Cristo a san Cipriano (s. III).
Santa Clotilde reina, por cuyas oraciones su esposo, Clodoveo, rey de los francos, abrazó la fe cristiana, y al enviudar se retiró a la basílica de San Martín, deseando no ser considerada como reina sino como sierva de Dios. (s. VI).
San Cono de Lucania monje, el cual, con la protección de Dios, llegó a la perfección de las virtudes mediante la observancia monástica y la inocencia de vida, muriendo cuando era aún joven (s. XIII).
San Davino armenio el cual, armenio de nacimiento, vendió todos sus haberes para ser peregrino por Cristo, visitando los Santos Lugares y los sepulcros de los apóstoles, hasta que, habiendo enfermado, descansó en el Señor. (s. XI).
San Genesio obispo de Clermont, quien fundó en Manglieu un monasterio con un hospicio, en cuya iglesia recibió sepultura (s. VII).
San Hilario de Carcasonne considerado como primer obispo de esta ciudad, en cuyo tiempo los godos difundieron la herejía arriana (s. IV).
San Juan Grande Hermano de la orden Hospitalaria de San Juan de Dios. Dio su vida por los enfermos, muriendo atacado por la peste. Es Patrón de la Diócesis de Jerez. (s. XVII)
San Kevin de Glendalough abad, que fundó este monasterio en el que vivieron muchos monjes, de los que fue padre y guía. Conocido como Caoimhghin, Coemgen, Coemgenus, Comegen, Keivin, Kevin of Glen da locha o Kevin of Glendalough (s. VII).
San Lifardo En Meung-sur-Loire, en el territorio de Orleans, en la Galia, san Lifardo, presbítero, que en dicho lugar llevó vida solitaria. (s. VI).
San Morando monje, oriundo de Renania, que siendo presbítero peregrinó a Compostela y al regreso entró en el monasterio de Cluny, fundando más adelante el cenobio en el que terminó su santa vida (s. XII).
Santa Oliva de Anagni, virgen (s. VI/VII).
San Pedro Dong mártir, padre de familia, que prefirió sufrir crueles torturas antes que pisar la cruz, e hizo de modo que en su frente se escribiese «verdadera religión» en lugar de «falsa religión», como se pretendía, siendo degollado en tiempo del emperador Tu Duc. (s. XIX)