Santoral del 3 de noviembre. Martín, Ermengol, Gaudioso, Guenael, Huberto, Ida, Juanicio, Libertino, Odrada, Pápulo, Pedro Francisco Nerón, Primino, Silvia y Wenefrida.

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3 de noviembre, mes dedicado a la oración por las Almas del Purgatorio. XXXI Domingo del Tiempo Ordinario. Hoy hay que ir a Misa.

Celebramos la onomástica de los que se llaman: Martín, Ermengol, Gaudioso, Guenael, Huberto, Ida, Juanicio, Libertino, Odrada, Pápulo, Pedro Francisco Nerón, Primino, Silvia y Wenefrida. Felicidades a todos ellos.

Salmo: Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (12,28b-34):

En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Qué mandamiento es el primero de todos?»
Respondió Jesús: «El primero es: «Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser.» El segundo es éste: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo.» No hay mandamiento mayor que éstos.»
El escriba replicó: «Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.»
Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: «No estás lejos del reino de Dios.» Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

Palabra del Señor

San Martín de Porres es un santo que se puede considerar español, porque en aquel entonces el Perú formaba parte de España en forma de virreinato. Era mulato.

Nació Martín el 8 de diciembre de 1579, hijo de un importante hidalgo y de una mulata, en Lima (Perú). Martín comenzó a familiarizarse con el bien retribuido oficio de barbero, que en aquella época era bastante más que sacar dientes, extraer muelas o hacer sangrías. Martín supo hacerse un experto por pasar como ayudante de un excelente médico español. De ello comenzó a vivir y su trabajo le permitió ayudar de modo eficaz a los pobres que no podían pagarle. Por su barbería pasarán igual labriegos que soldados, irán a buscar alivio tanto caballeros como corregidores. Pero lo que hace ejemplar a su vida no es sólo la repercusión social de un trabajo humanitario bien hecho. Más es el ejercicio heroico y continuado de la caridad que dimana del amor a Jesucristo, a Santa María. Por el ejercicio de su trabajo y por su sensibilidad hacia la religión tuvo contacto con los monjes del convento dominico del Rosario donde pidió la admisión como donado para pasar luego a hermano. De todas la virtudes que poseía Martín de Porres sobresalía la humildad, siempre puso a los demás por delante de sus propias necesidades. En una ocasión el convento tuvo serios apuros económicos y el Prior se vio en la necesidad de vender algunos objetos, ante esto, Martín de Porres se ofreció a ser vendido como esclavo para remediar la crisis. Murió tal día como hoy en 1639.

San Domnino de Vienne obispo, se dedicó a la redención de cautivos. (s. VI)

San Ermengol de Urgel, este nombre equivale a: Hermenegaudio, Hermengaudio, Hermenegildo, Armengol, santo catalán de familia noble. Fue obispo, uno de los preclaros pastores que se cuidaron de restablecer la Iglesia en las tierras rescatadas del yugo de los sarracenos. Construyó un puente poniendo los materiales y su mano de obra, pero, resbalándose de lo alto, murió entre las piedras por fractura del cráneo. (s. XI).

San Gaudioso de Tarazona obispo discípulo de san Victoriano, se distinguió en la defensa de la fe frente a la herejía arriana. (s. VI).

San Guenael de Landevenec abad. (s. VI).

San Huberto cazador, es el patrono de los cazadores.

Santa Ida de Fieschingen (Suiza), reclusa. (s. XIII).

San Juanicio de Antidio monje, después de más de 20 años al servicio de las armas vivió en solitario en las montañas del Olimpo, y solía acompañar su oración con estas palabras: Dios es mi esperanza, Cristo mi refugio, el Espíritu Santo mi protector. (s. IX).

San Libertino de Agrigento obispo y mártir. (s. III/IV).

Santa Odrada de Alem virgen, de Flandes. (s. XI).

San Pápulo o Paplo de Lauragais mártir. (s. III/IV).

San Pedro Francisco Nerón presbítero y mártir en Indochina en tiempo del emperador Tu Duc, vivió tres meses encerrado en una cueva estrechísima, donde, herido atrozmente con varas, se abstuvo durante tres semanas de todo alimento y consumó su martirio al ser finalmente decapitado. (s. XIX).

San Pirmino de Reichenau obispo y abad, que evangelizó a alamanes y bávaros, fundó muchos monasterios y compuso para sus discípulos un libro para catequizar a los agrestes (s. III/IV).

Santa Silvia de Sicilia madre del papa san Gregorio I Magno, de la que el mismo Pontífice dejó escrito que había alcanzado la cima de la oración y de la penitencia, siendo óptimo ejemplo para los demás (s. VII).

Santa Wenefrida (Winifred) virgen, en Gales. Se cuenta que vivió, desde que era muy joven, asaltada por un hombre que intentaba seducirla del modo que fuera. Cansado e irritado por no conseguir su objetivo de violarla, cuando iba un día a la iglesia, la siguió. Estando la joven sumida en su intimidad con el Señor mediante la oración, se acercó y le dio muerte. Del lugar en el que cayó su cabeza, nació una fuente. (s. VII).

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Santoral del 3 de noviembre. Martín, Ermengol, Gaudioso, Guenael, Huberto, Ida, Juanicio, Libertino, Odrada, Pápulo, Pedro Francisco Nerón, Primino, Silvia y Wenefrida.

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3 de noviembre, mes dedicado a la oración por las Almas del Purgatorio. XXXI Domingo del Tiempo Ordinario. Hoy hay que ir a Misa.

Celebramos la onomástica de los que se llaman: Martín, Ermengol, Gaudioso, Guenael, Huberto, Ida, Juanicio, Libertino, Odrada, Pápulo, Pedro Francisco Nerón, Primino, Silvia y Wenefrida. Felicidades a todos ellos.

Salmo: Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza.

Lectura del santo evangelio según san Marcos (12,28b-34):

En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Qué mandamiento es el primero de todos?»
Respondió Jesús: «El primero es: «Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser.» El segundo es éste: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo.» No hay mandamiento mayor que éstos.»
El escriba replicó: «Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.»
Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: «No estás lejos del reino de Dios.» Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.

Palabra del Señor

San Martín de Porres es un santo que se puede considerar español, porque en aquel entonces el Perú formaba parte de España en forma de virreinato. Era mulato.

Nació Martín el 8 de diciembre de 1579, hijo de un importante hidalgo y de una mulata, en Lima (Perú). Martín comenzó a familiarizarse con el bien retribuido oficio de barbero, que en aquella época era bastante más que sacar dientes, extraer muelas o hacer sangrías. Martín supo hacerse un experto por pasar como ayudante de un excelente médico español. De ello comenzó a vivir y su trabajo le permitió ayudar de modo eficaz a los pobres que no podían pagarle. Por su barbería pasarán igual labriegos que soldados, irán a buscar alivio tanto caballeros como corregidores. Pero lo que hace ejemplar a su vida no es sólo la repercusión social de un trabajo humanitario bien hecho. Más es el ejercicio heroico y continuado de la caridad que dimana del amor a Jesucristo, a Santa María. Por el ejercicio de su trabajo y por su sensibilidad hacia la religión tuvo contacto con los monjes del convento dominico del Rosario donde pidió la admisión como donado para pasar luego a hermano. De todas la virtudes que poseía Martín de Porres sobresalía la humildad, siempre puso a los demás por delante de sus propias necesidades. En una ocasión el convento tuvo serios apuros económicos y el Prior se vio en la necesidad de vender algunos objetos, ante esto, Martín de Porres se ofreció a ser vendido como esclavo para remediar la crisis. Murió tal día como hoy en 1639.

San Domnino de Vienne obispo, se dedicó a la redención de cautivos. (s. VI)

San Ermengol de Urgel, este nombre equivale a: Hermenegaudio, Hermengaudio, Hermenegildo, Armengol, santo catalán de familia noble. Fue obispo, uno de los preclaros pastores que se cuidaron de restablecer la Iglesia en las tierras rescatadas del yugo de los sarracenos. Construyó un puente poniendo los materiales y su mano de obra, pero, resbalándose de lo alto, murió entre las piedras por fractura del cráneo. (s. XI).

San Gaudioso de Tarazona obispo discípulo de san Victoriano, se distinguió en la defensa de la fe frente a la herejía arriana. (s. VI).

San Guenael de Landevenec abad. (s. VI).

San Huberto cazador, es el patrono de los cazadores.

Santa Ida de Fieschingen (Suiza), reclusa. (s. XIII).

San Juanicio de Antidio monje, después de más de 20 años al servicio de las armas vivió en solitario en las montañas del Olimpo, y solía acompañar su oración con estas palabras: Dios es mi esperanza, Cristo mi refugio, el Espíritu Santo mi protector. (s. IX).

San Libertino de Agrigento obispo y mártir. (s. III/IV).

Santa Odrada de Alem virgen, de Flandes. (s. XI).

San Pápulo o Paplo de Lauragais mártir. (s. III/IV).

San Pedro Francisco Nerón presbítero y mártir en Indochina en tiempo del emperador Tu Duc, vivió tres meses encerrado en una cueva estrechísima, donde, herido atrozmente con varas, se abstuvo durante tres semanas de todo alimento y consumó su martirio al ser finalmente decapitado. (s. XIX).

San Pirmino de Reichenau obispo y abad, que evangelizó a alamanes y bávaros, fundó muchos monasterios y compuso para sus discípulos un libro para catequizar a los agrestes (s. III/IV).

Santa Silvia de Sicilia madre del papa san Gregorio I Magno, de la que el mismo Pontífice dejó escrito que había alcanzado la cima de la oración y de la penitencia, siendo óptimo ejemplo para los demás (s. VII).

Santa Wenefrida (Winifred) virgen, en Gales. Se cuenta que vivió, desde que era muy joven, asaltada por un hombre que intentaba seducirla del modo que fuera. Cansado e irritado por no conseguir su objetivo de violarla, cuando iba un día a la iglesia, la siguió. Estando la joven sumida en su intimidad con el Señor mediante la oración, se acercó y le dio muerte. Del lugar en el que cayó su cabeza, nació una fuente. (s. VII).

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