31 de octubre. Finaliza el mes del Santo Rosario. Viernes de la XXX Semana del Tiempo Ordinario. Recuerdo que los católicos no celebramos Halloween, celebramos el día de todos los Santos y el día de los difuntos.
Felicidades a los que se llaman: Alonso, Ampliado, Antonino, Epimáco, Foilán, Quintín y Wolfgango.
Salmo
Glorifica al Señor, Jerusalén
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (14,1-6):
Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando.
Se encontró delante un hombre enfermo de hidropesía y, dirigiéndose a los maestros de la Ley y fariseos, preguntó: «¿Es lícito curar los sábados, o no?»
Ellos se quedaron callados. Jesús, tocando al enfermo, lo curó y lo despidió.
Y a ellos les dijo: «Si a uno de vosotros se le cae al pozo el hijo o el buey, ¿no lo saca en seguida, aunque sea sábado?»
Y se quedaron sin respuesta.
Palabra del Señor
San Ampliado mártir
San Antonino de Milán obispo, trabajó para acabar con la herejía arriana entre los lombardos.
San Epimáco de Pelusio mártir. En Alejandría, en Egipto, san Epimáco de Pelusio, del cual cuenta la tradición que, en tiempo de la persecución bajo el emperador Decio, al ver como el prefecto obligaba a los cristianos a ofrecer sacrificios a los ídolos, intentó destruir el ara, siendo inmediatamente detenido, torturado y degollado
San Foilán de Fosses (sin r) presbítero y abad, fundó monasterios, murió a manos de unos malhechores.
San Quintín de Vermand mártir, del orden senatorial, que padeció por Cristo el tiempo del emperador Maximiano (s. III).
San Wolfgango de Ratisbona obispo, en alemán Wolfgang, así se llamaba Mozart. En español suena peor, parece que rima con zanguango.
San Alonso Rodríguez.
Cada 31 de octubre la Iglesia Católica celebra a San Alonso Rodríguez, un padre de familia que perdió a todos sus parientes, se hizo jesuita y se santificó siendo portero.
San Alonso Rodríguez nació en España en 1533 en una familia de comerciantes. Siendo joven se casó con María Suárez. Más adelante los negocios empezaron a ir mal y en este contexto murieron su hijita, su esposa, después de dar a luz un niño, y luego su mamá.
El Santo vendió su negocio y se mudó con su hijito a la casa de sus dos hermanas, solteras y muy piadosas, quienes le enseñaron a meditar. Tuvo una visión de la felicidad del cielo y empezó a frecuentar más los sacramentos.
Años después murió su hijo y San Alonso encontró consuelo en Dios. Luego pidió ser admitido a los Jesuitas, pero los religiosos intentaron disuadirle por tener casi cuarenta años, por su delicado estado de salud y por no contar con estudios acorde con el sacerdocio. Sin embargo, mantuvo su esperanza recordando a San Ignacio de Loyola, que también entró tarde a la vida religiosa.
El provincial de los jesuitas lo aceptó como hermano lego y, después de terminar el noviciado, fue enviado al colegio de Monte Sión en Palma de Mallorca, donde lo nombraron portero.
Uno de sus “discípulos” fue San Pedro Claver, que estudiaba en el colegio. San Alonso lo entusiasmó y alentó para trabajar en América. Más adelante los dos serían canonizados juntos en 1888.
En ocasiones le preguntaron a San Alonso el por qué no era más duro y áspero con ciertos tipos inoportunos y él respondía: "Es que a Jesús que se disfraza de prójimo, nunca lo podemos tratar con aspereza o mala educación".
Un día que las tentaciones impuras lo atormentaban muchísimo pasó por una imagen de la Virgen y le gritó en latín: “Sancta Maria, Mater Dei, memento mei” (Santa María, Madre de Dios, acuérdate de mí). Las tentaciones desaparecieron y se convenció de que la Santísima Virgen tiene gran poder para alejar espíritus impuros.
Durante el día rezaba varios rosarios y se llenaba de alegría cuando la Madre de Dios se le aparecía. Tuvo los dones de la visión y curación. Partió a la Casa del Padre un 31 de octubre de 1617 diciendo: “Jesús, Jesús, Jesús”.
 
			 
		



 
  
  
  
                                     
  
  
 















 
  
 







