7 de octubre. Día de la Virgen del Rosario. Martes de la XXVII Semana del Tiempo Ordinario.
Felicidades a los que se llaman: Rosario, Augusto, Baco, Justina, Marcelo, Paladio y Sergio.
Salmo
Si llevas cuentas de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir?
Evangelio de hoy
Lectura del santo Evangelio según san Lucas (10,38-42):
En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Esta tenía una hermana llamada María que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra.
Y Marta, se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano».
Pero el Señor le contestó: «Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor y no se la quitarán.»
Palabra del Señor
Nuestra Señora del Rosario
Memoria de la santísima Virgen María del Rosario. En este día se pide la ayuda de la santa Madre de Dios por medio del Rosario o corona mariana, meditando los misterios de Cristo bajo la guía de aquélla que estuvo especialmente unida a la encarnación, pasión y resurrección del Hijo de Dios.
San Augusto de Bourges, presbítero y abad, al cual una enfermedad le tenía manos y pies anquilosados, de manera que se aguantaba sobre las rodillas y codos, y fue milagrosamente curado por intercesión de san Martín. Reunió a muchos monjes y se dedicó a la plegaria continua (s. VI).
Santos Sergio y Baco de Betsaloe, mártires (s. III/IV).
Santa Justina de Padua, virgen y mártir (s. III/IV).
San Marcelo de Capua, mártir (s. III/IV).
San Marcos papa, que fundó el título «in Palacinis» y edificó una basílica en el cementerio de Balbina, en la vía Ardeatina, donde fue sepultado. (s. IV).
San Paladio de Saintes, obispo, que erigió una basílica sobre el sepulcro de san Eutropio y fomentó el culto de los santos en su ciudad episcopal. (s. VI).
ACERCA DE EL ROSARIO.
Parece ser que el Rosario en la forma actual que conocemos fue a través de Santo Domingo de Guzmán al cual la Virgen se le apareció entregandoselo como un arma poderosa para la conversión de los herejes y otros pecadores de aquellos tiempos. Además, le encomendó la tarea de propagar su devoción.
Pero donde la oración cobró fuerza fue tras la Batalla de Lepanto (1571) Los musulmanes controlaban el Mar Mediterráneo y preparaban la invasión de la Europa cristiana. Los reyes católicos de Europa estaban divididos y parecían no darse cuenta de la amenaza inminente. El Papa Pío V pidió ayuda pero no le hicieron mucho caso hasta que el peligro se hizo muy real y la invasión musulmana se hizo certera.
El 17 de septiembre de 1569 el Papa pidió que se rezase el Santo Rosario. Para salvar a la cristiandad se formó la Liga Santa, conformada por los Estados Papales, el Reino de España, la República de Venecia, la República de Génova, el Ducado de Saboya y la Orden de Malta.
El 7 de octubre de 1571 la Liga Cristiana, comandada por Don Juan de Austria, se enfrentó a la flota musulmana en el Golfo de Corinto, cerca de la ciudad griega de Lepanto. Antes del combate las tropas cristianas rezaron devotamente el Santo Rosario para vencer a un enemigo superior en número y buques de guerra.
Para que nos demos una idea de la dimensión de la batalla, hasta el desembarco de Normadía no hubo batalla naval de iguales o superiores dimensiones. Cervantes luchó en ella en una nave llamada “La Marquesa” de la Liga Santa, quedando impedido de un brazo y cayendo preso en Argel, donde estuvo hasta que los Trinitarios pudieron reunir el dinero para su rescate. Cervantes dijo sobre la batalla poniendo las palabras en el Quijote: “la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros
La batalla de Lepanto duró muchas horas pero, al final, los cristianos resultaron victoriosos. Mientras el combate naval transcurría, en Roma el Papa Pío V rezaba el Rosario en su capilla. El Papa tuvo una visión en la que conoció el resultado de la batalla, anunció con gran calma a todos los presentes que la Santísima Virgen le había concedido la victoria a los cristianos. Ahora nos enteramos de las noticias en tiempo real pero en aquellos tiempos se enteraban de si habían ganado o perdido la batalla al cabo de varios días cuando iban regresando las naves implicadas.
Semanas más tarde llegó el mensaje de la victoria de parte de Don Juan de Austria, quien, desde un principio, atribuyó el triunfo de la Liga Cristiana a la poderosa intercesión de Nuestra Señora del Rosario.
Como agradecimiento a la Virgen María, el Papa Pío V instituyó la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias y agregó a las Letanías de la Santísima Virgen el título de "Auxilio de los Cristianos". Más adelante, el Papa Gregorio III cambió el nombre de la fiesta a la de Nuestra Señora del Rosario, que se celebra actualmente el 7 de octubre.