Si “…cada uno de los que participamos en la misma situación la experimentamos de una manera singular (en el supuesto de que la realidad aprehendida fuera la misma)”1, qué decir de los relatos transmitidos, ya cercanos o remotos; de los documentos dormidos en los archivos…, en fin que todo clase de materiales a los que recurren los historiadores.
Por esa razón vamos a reflexionar sobre la necesidad de “desbrozar” algunos hitos de la Historia de España. Pero antes de comenzar precisemos en significado, que nos interesa, de desbrozar e hito. De las diferentes acepciones que contempla la R.A.E. para definir “desbrozar” e “hito”2, las que más se acomodan para justificar el título de este relato, son las siguientes. Desbrozar: eliminar los aspectos accesorios o confusos que complican un asunto innecesariamente y entorpecen su comprensión. Hito hecho clave y fundamental dentro de un ámbito o contexto
Comencemos desbrozando de algunos hitos de la Historia de España. Por poner un ejemplo al azar ¿qué nos interesa aquí si Elcano firmaba o no como un “castellano de Guipúzcoa” o si hablaba, indudablemente, vasco ya que era su lengua materna, como se lee en otros lados?. De lo que no cabe duda es que había aprendido el castellano en la escuela de la vida y, sobre todo, andando por España. Nos referimos a este hecho, para la Gran Historia tan poco relevante, ya que unas veces relatos inciertos y otras veces mitos, no han contribuido a construir una acertada Historia de España que, aunque es una potencia cultural, carga con viejas concepciones de historias falsas. Si nuestro país tiene “imagen” en el mundo hay que mejorarla y limpiarla. Ya no se necesitan los mitos para afirmarse, si no, como afirmara García de Cortázar, “sería derecho de los muertos sobre los vivos”.
Pongamos por caso arquetipos que, sin ser falsos, han calado y se han hecho fuertes en el imaginario colectivo. En literatura, por ejemplo, se han sobreexplotado figuras3 como la del hidalgo ocioso, la Celestina, Sancho, D. Juan, Carmen, y tantos otros. Lo mismo podemos decir de la España ultra-clerical, acuñada en la mítica frase, “cuando Dios era español”, no sabemos si surgida de la idea del Padre Luis de la Palma (S. XVII) sobre que “Cristo murió mirando a Occidente”.
Es conveniente que nos detengamos en algunas circunstancias que han forjado ciertos relatos y mitos en esos hitos:
Si, como acabamos de señalar, ha habido narraciones con un acentuado clericalismo; a la par también con un acentuado anticlericalismo. Sin embargo, no podemos decir lo mismo de “monarquismo”, “antimonarquismo”. Esto es así porque en nuestra historia nunca ha habido un ferviente “monarquismo”. Ha sido suficiente con despedir a los reyes. No ha hecho falta cortarles la cabeza4 como en Inglaterra o Francia, puesto que en España los reyes sólo tienen “cuerpo humano”, no tienen parte “divina”. Esto lo podemos observar en nuestra pintura, cuajada de un gran verismo, como es el caso de la obra de Velázquez, quien en retratos, como el realizado para Inocencio X (Giambattista Pamphili)5, hizo exclamar al retratado: “troppo vero”. En la misma línea se encuentran otros como “La familia de Carlos IV” de Goya.
Otro factor relevante de nuestra historia han sido los episodios de exilio. Si hacemos memoria nos encontramos a los almorávides en la Edad Media; a judíos, moriscos, jesuítas6 en la Edad Moderna; a liberales, carlistas, vascos huyendo del terror y republicanos en la Edad Contemporánea. Sospechamos que como consecuencia de lo anterior, y otras contingencias, se ha llegado a consolidadas y falsas cosmovisiones.
Así nos lo hace ver, una vez más C. Castilla del Pino: “…aunque es posible que con contaminaciones oídas a otros, mayores que yo, que también la presenciaron, y que incorporé luego a mi memoria como vividos por mí"7.
Benito Cantero Ruiz. Catedrático de Geografía e Historia y Doctor en Antropología
1 CASTILLA del PINO, Carlos. Pretérito imperfecto. Barcelona. Tusquets. 2004. (p. 13)
2 En https://dle.rae.es
3 No se interprete que con la cita de estas obras y personajes pretendemos menguar la genialidad y universalidad de las mismas
4 Aunque últimamente se oigan voces a favor de esta “práctica”.
5 Papa que tuvo problemas con el cónclave por su fealdad.
6 Tal fue el caso de Juan Andrés Morell, pionero de la Escuela Universalista Española en el S. XVIII; de donde nacería la literatura comparada.
7 CASTILLA del PINO, Carlos. Op. Cit. (p. 69)