SAN PEDRO(1). Estudio sobre las imágenes de la Iglesia de Ntra. Sra. de la Asunción.

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Nuevo capítulo en el análisis hagioiconográfico que viene haciendo Benito Cantero Ruiz sobre las imágenes del retablo de la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción. Esta vez el turno es de San Pedro.

La escultura de San Pedro que corona la parte izquierda del retablo, apoyada sobre pedestal, sin hornacina alguna, resulta difícil de sintetizar. Al tratarse del “Príncipe de los Apóstoles” (2) es abundantísima la bibliografía y estudios disponibles.
Según narran los Evangelios Canónicos, de los doce apóstoles fue elegido Simón Pedro (Betsaida, finales del siglo I a. C.-Roma, c. 67 d. C.), para una triple misión: relevarle en el cuidado de su rebaño (Jn 21, 15-18), mantener viva la fe (Lc 22,32) y edificar sobre él los muros de la futura Iglesia de Cristo. Por eso cambió su nombre, el de Simón, por Cefás, palabra aramea que significa lo mismo que en latín, PIEDRA. Y le prometió entregarle las llaves de los Cielos (Mt 16, 18-19) Conocemos la vida de san Pedro por los datos que de él recoge el Nuevo Testamento, más algunos documentos de Clemente de Alejandría y Clemente Romano; este último fue obispo de Roma a finales del siglo I, y con bastante probabilidad le conoció en persona. Simón se estableció en Cafarnaúm, donde vivía con su suegra en su propia casa, al tiempo de comenzar el ministerio público de Cristo (alrededor del 26-28 d. C.). Por ende, Simón era casado y según Clemente de Alejandría tenía hijos. El texto apócrifo Hechos de Pedro menciona que había tenido una hija. También gracias al autor Clemente de Alejandría nos llega la información de que la esposa de Pedro sufrió el martirio. . Por su seguimiento de Jesús de Nazaret, se constituyó en el apóstol más conocido y citado del Nuevo Testamento en general y de los cuatro evangelios canónicos y los Hechos de los Apóstoles en particular, que lo presentan bajo muy variados aspectos. También es citado por Pablo de Tarso en sus Epístolas paulinas, incluyendo la Epístola a los gálatas donde lo refiere como una de las tres columnas de la Iglesia de Jerusalén. Figura de primer orden y de firme valor teológico en razón del ministerio que le confió el propio Jesucristo, es también conocido, según hemos indicado, como el príncipe de los apóstoles. Dado el prestigio del que gozó en la Iglesia primitiva, proliferaron también los «escritos apócrifos» centrados en su figura, como el Evangelio de Pedro, el Apocalipsis de Pedro, los Hechos de Pedro, los Hechos de Pedro y Pablo, entre otros. Otras iglesias apostólicas, como la Iglesia ortodoxa, históricamente reconocieron la primacía del apóstol Pedro y de sus sucesores, patriarcas de Occidente, pero solo de forma honorífica y no con las atribuciones que la Iglesia católica le otorga. Además del papa, obispo de Roma, los patriarcas de Antioquía (sirio-ortodoxos, greco-ortodoxos, maronitas, sirio-católicos y greco-católicos) también se consideran sus sucesores.

Fue el primero de los llamados por Jesús, junto a su hermano Andrés y desde entonces fue de los tres discípulos más allegados a Jesús, y junto con Santiago y Juan, siendo para él la supremacía y portavocía. Ello no impidió que fuese reprendido por Jesús como cuando sacó la espada, en el monte de los olivos, y cortó la oreja a Malco, siervo del sumo sacerdote (Jn, 18,10)
Es considerado San Pedro el primer penitente porque “rompió a llorar amargamente" (Lc 22,62) después de haber negado a Jesús hasta tres veces antes del canto del gallo. Pero cuando se produce la Resurrección y se encuentra el sepulcro vacío, es el único que da crédito al testimonio de las Marías y corre hacia el lugar (Lc 24, 8-12). Después de producida la Ascensión, Pedro hace efectiva su supremacía, sobre todo, con el primer sermón formulado después de Pentecostés (Hch 2, 14-36) y el apoyo prestado a Pablo en el Concilio de Jerusalén, en el que se eximía a los gentiles del cumplimiento de la Ley Mosaica (Hch 15, 6-11)
Otras intervenciones más anecdóticas quizás fueron más atractivas para el arte. Algunos ejemplos: San Pedro y Jesús caminando sobre las aguas (Mt 14, 22-33), el tributo de la moneda (Mt 17, 24-27), el enfrentamiento con Simón el Mago (Hch 8, 9-25) o su liberación de la cárcel por un ángel (Hch 12, 3-19) La tradición posterior enriqueció la biografía de San Pedro con episodios tales el “Quo vadis Domine” y su propio martirio, antes del cual, y estando encerrado en la Cárcel Mamertina, ya en Roma, los carceleros fueron convertidos y bautizados por San Pedro dejándolo. Cuando salía de la ciudad se encontró a Cristo y le pregunto: “¿Adónde vas Señor”?; “Voy a Roma…a ser crucificado de nuevo” Entonces el apóstol volvió a Roma y fue crucificado cabeza abajo, porque se creía indigno ser crucificado de la misma manera que su maestro (3).
Se le representa de edad madura con el pelo y la barba canos. Suele vestir túnica azul y manto ocre o naranja, salvo cuando se le representa como el primer papa, en cuyo caso viste a la usanza de los pontífices. Un tema muy querido por la piedad postridentina es el de S. Pedro en Penitencia o Las lágrimas de San Pedro pues exaltan el sacramento de la confesión en la persona del primer apóstol, cuando la Reforma protestante negaba el valor del arrepentimiento para alcanzar el perdón y cuestionaba la primacía de la Iglesia de San Pedro.
Tiene asociados como atributos, dos llaves, una de oro y otra de plata; por la primera se entiende la potestad de la absolución, por la segunda la de la excomunión. Libro, gallo, cadenas y cruz de triple travesaño cuando se le representa como pontífice. La fiesta de San Pedro y San Pablo, cuyo nombre oficial es solemnidad conjunta de San Pedro y San Pablo es la conmemoración del martirio en Roma de los apóstoles Simón Pedro y Pablo de Tarso, celebrada el 29 de junio. Es una de las mayores celebraciones religiosas para los cristianos católicos y ortodoxos. La fecha, según la tradición, bien es el aniversario de sus muertes o del traslado de sus reliquias. El día de su llegada a la Ciudad Eterna, el 18 de enero, la Iglesia occidental celebra la fiesta de la Cátedra de San Pedro. El apóstol, sentado, asume una triple función, ser príncipe de todos los reyes, pastor de todos los sacerdotes y clérigos, y maestro de todos los cristianos.

Benito Cantero Ruiz. Catedrático de Gª e Historia y Dr. en Antropología.

(1) Con el relato hagio iconográfico sobre San Pedro llegamos al ático de la calle izquierda del retablo. Para el mismo seguimos (y seguiremos en las entregas de las restan
(2) CARMONA MUELA, J. Op. Cit. pags. 362-368tes imágenes) la misma bibliografía , apuntada en la primera semblanza, que se publicó sobre Santa Isabel de Hungría.

(3) De acuerdo con san Jerónimo, en su obra De Viris Illustribus (392 d.C.), "Pedro fue enterrado en Roma, en el Vaticano, cerca del camino triunfal donde es venerado por todo el mundo". En 1939 el papa Pío XII ordenó la excavación en los subterráneos del Vaticano para tratar de hallar una respuesta a la tradición que en aquel tiempo se ponía en duda que el Vaticano era la auténtica tumba del apóstol Pedro

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La escultura de San Pedro que corona la parte izquierda del retablo, apoyada sobre pedestal, sin hornacina alguna, resulta difícil de sintetizar. Al tratarse del “Príncipe de los Apóstoles” (2) es abundantísima la bibliografía y estudios disponibles.
Según narran los Evangelios Canónicos, de los doce apóstoles fue elegido Simón Pedro (Betsaida, finales del siglo I a. C.-Roma, c. 67 d. C.), para una triple misión: relevarle en el cuidado de su rebaño (Jn 21, 15-18), mantener viva la fe (Lc 22,32) y edificar sobre él los muros de la futura Iglesia de Cristo. Por eso cambió su nombre, el de Simón, por Cefás, palabra aramea que significa lo mismo que en latín, PIEDRA. Y le prometió entregarle las llaves de los Cielos (Mt 16, 18-19) Conocemos la vida de san Pedro por los datos que de él recoge el Nuevo Testamento, más algunos documentos de Clemente de Alejandría y Clemente Romano; este último fue obispo de Roma a finales del siglo I, y con bastante probabilidad le conoció en persona. Simón se estableció en Cafarnaúm, donde vivía con su suegra en su propia casa, al tiempo de comenzar el ministerio público de Cristo (alrededor del 26-28 d. C.). Por ende, Simón era casado y según Clemente de Alejandría tenía hijos. El texto apócrifo Hechos de Pedro menciona que había tenido una hija. También gracias al autor Clemente de Alejandría nos llega la información de que la esposa de Pedro sufrió el martirio. . Por su seguimiento de Jesús de Nazaret, se constituyó en el apóstol más conocido y citado del Nuevo Testamento en general y de los cuatro evangelios canónicos y los Hechos de los Apóstoles en particular, que lo presentan bajo muy variados aspectos. También es citado por Pablo de Tarso en sus Epístolas paulinas, incluyendo la Epístola a los gálatas donde lo refiere como una de las tres columnas de la Iglesia de Jerusalén. Figura de primer orden y de firme valor teológico en razón del ministerio que le confió el propio Jesucristo, es también conocido, según hemos indicado, como el príncipe de los apóstoles. Dado el prestigio del que gozó en la Iglesia primitiva, proliferaron también los «escritos apócrifos» centrados en su figura, como el Evangelio de Pedro, el Apocalipsis de Pedro, los Hechos de Pedro, los Hechos de Pedro y Pablo, entre otros. Otras iglesias apostólicas, como la Iglesia ortodoxa, históricamente reconocieron la primacía del apóstol Pedro y de sus sucesores, patriarcas de Occidente, pero solo de forma honorífica y no con las atribuciones que la Iglesia católica le otorga. Además del papa, obispo de Roma, los patriarcas de Antioquía (sirio-ortodoxos, greco-ortodoxos, maronitas, sirio-católicos y greco-católicos) también se consideran sus sucesores.

Fue el primero de los llamados por Jesús, junto a su hermano Andrés y desde entonces fue de los tres discípulos más allegados a Jesús, y junto con Santiago y Juan, siendo para él la supremacía y portavocía. Ello no impidió que fuese reprendido por Jesús como cuando sacó la espada, en el monte de los olivos, y cortó la oreja a Malco, siervo del sumo sacerdote (Jn, 18,10)
Es considerado San Pedro el primer penitente porque “rompió a llorar amargamente" (Lc 22,62) después de haber negado a Jesús hasta tres veces antes del canto del gallo. Pero cuando se produce la Resurrección y se encuentra el sepulcro vacío, es el único que da crédito al testimonio de las Marías y corre hacia el lugar (Lc 24, 8-12). Después de producida la Ascensión, Pedro hace efectiva su supremacía, sobre todo, con el primer sermón formulado después de Pentecostés (Hch 2, 14-36) y el apoyo prestado a Pablo en el Concilio de Jerusalén, en el que se eximía a los gentiles del cumplimiento de la Ley Mosaica (Hch 15, 6-11)
Otras intervenciones más anecdóticas quizás fueron más atractivas para el arte. Algunos ejemplos: San Pedro y Jesús caminando sobre las aguas (Mt 14, 22-33), el tributo de la moneda (Mt 17, 24-27), el enfrentamiento con Simón el Mago (Hch 8, 9-25) o su liberación de la cárcel por un ángel (Hch 12, 3-19) La tradición posterior enriqueció la biografía de San Pedro con episodios tales el “Quo vadis Domine” y su propio martirio, antes del cual, y estando encerrado en la Cárcel Mamertina, ya en Roma, los carceleros fueron convertidos y bautizados por San Pedro dejándolo. Cuando salía de la ciudad se encontró a Cristo y le pregunto: “¿Adónde vas Señor”?; “Voy a Roma…a ser crucificado de nuevo” Entonces el apóstol volvió a Roma y fue crucificado cabeza abajo, porque se creía indigno ser crucificado de la misma manera que su maestro (3).
Se le representa de edad madura con el pelo y la barba canos. Suele vestir túnica azul y manto ocre o naranja, salvo cuando se le representa como el primer papa, en cuyo caso viste a la usanza de los pontífices. Un tema muy querido por la piedad postridentina es el de S. Pedro en Penitencia o Las lágrimas de San Pedro pues exaltan el sacramento de la confesión en la persona del primer apóstol, cuando la Reforma protestante negaba el valor del arrepentimiento para alcanzar el perdón y cuestionaba la primacía de la Iglesia de San Pedro.
Tiene asociados como atributos, dos llaves, una de oro y otra de plata; por la primera se entiende la potestad de la absolución, por la segunda la de la excomunión. Libro, gallo, cadenas y cruz de triple travesaño cuando se le representa como pontífice. La fiesta de San Pedro y San Pablo, cuyo nombre oficial es solemnidad conjunta de San Pedro y San Pablo es la conmemoración del martirio en Roma de los apóstoles Simón Pedro y Pablo de Tarso, celebrada el 29 de junio. Es una de las mayores celebraciones religiosas para los cristianos católicos y ortodoxos. La fecha, según la tradición, bien es el aniversario de sus muertes o del traslado de sus reliquias. El día de su llegada a la Ciudad Eterna, el 18 de enero, la Iglesia occidental celebra la fiesta de la Cátedra de San Pedro. El apóstol, sentado, asume una triple función, ser príncipe de todos los reyes, pastor de todos los sacerdotes y clérigos, y maestro de todos los cristianos.

Benito Cantero Ruiz. Catedrático de Gª e Historia y Dr. en Antropología.

(1) Con el relato hagio iconográfico sobre San Pedro llegamos al ático de la calle izquierda del retablo. Para el mismo seguimos (y seguiremos en las entregas de las restan
(2) CARMONA MUELA, J. Op. Cit. pags. 362-368tes imágenes) la misma bibliografía , apuntada en la primera semblanza, que se publicó sobre Santa Isabel de Hungría.

(3) De acuerdo con san Jerónimo, en su obra De Viris Illustribus (392 d.C.), "Pedro fue enterrado en Roma, en el Vaticano, cerca del camino triunfal donde es venerado por todo el mundo". En 1939 el papa Pío XII ordenó la excavación en los subterráneos del Vaticano para tratar de hallar una respuesta a la tradición que en aquel tiempo se ponía en duda que el Vaticano era la auténtica tumba del apóstol Pedro

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