
6 de abril. Sábado de la Octava de Pascua
Felicitamos por su santo a los bautizados como: Gala, Eutiquio, Filarete, Guillermo, Ireneo, Pablo, Pedro, Prudencio y Winebaldo.
Salmo: Te doy gracias, Señor, porque me escuchaste.
Lectura del santo evangelio según san Marcos (16,9-15):
JESÚS, resucitado al amanecer del primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios. Ella fue a anunciárselo a sus compañeros, que estaban de duelo y llorando.
Ellos, al oírle decir que estaba vivo y que lo había visto, no la creyeron.
Después se apareció en figura de otro a dos de ellos que iban caminando al campo.
También ellos fueron a anunciarlo a los demás, pero no los creyeron.
Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado.
Y les dijo:
«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación».
Palabra del Señor
Santa Gala, hija del cónsul Símaco, la cual, al fallecer su cónyuge, vivió cerca de la iglesia de San Pedro durante muchos años, entregada a la oración, limosnas, ayunos y otras obras santas, y cuyo felicísimo tránsito fue descrito por el papa san Gregorio Magno. (s. VI)
San Eutiquio obispo de Constantinopla, que presidió el Segundo Concilio Ecuménico Constantinopolitano, defendiendo enérgicamente la fe ortodoxa, y, tras padecer largo exilio, al morir confesó la resurrección de la carne. (s. VI)
San Filarete monje, hombre célebre por su vida entregada a la oración. En Calabria, en el monasterio de San Elías de Aulina. (s. XI)
San Guillermo de Dinamarca abad, que pasó de un cenobio de canónigos regulares de París a Dinamarca, instaurando la disciplina regular en medio de grandes dificultades, y al amanecer del domingo de Pascua partió de esta vida. (s. XIII)
San Ireneo obispo y mártir, que en tiempo del emperador Maximiano, y bajo el prefecto Probo, fue atormentado y después encerrado en la cárcel, siendo finalmente decapitado (s. IV).
San Pablo Lè Bao Tinh presbítero y mártir, en Vietnam, que, siendo todavía clérigo, permaneció largo tiempo en la cárcel y, ordenado sacerdote, dirigió el seminario, confeccionó un libro de homilías y un compendio de doctrina cristiana, y finalmente, de nuevo llevado a la cárcel en tiempo del emperador Tu Duc, fue condenado a la decapitación. (S. XIX)
San Pedro de Verona presbítero de la Orden de Predicadores y mártir, el cual, nacido de padres maniqueos, todavía niño abrazó la fe católica y, siendo aún adolescente, recibió del mismo santo Domingo el hábito. Dedicado a combatir la herejía, de camino hacia Como cayó víctima de los enemigos, recitando en los últimos momentos el símbolo de la fe. (s. XIII) Este san Pedro de Verona es el de la ermita de Ossa de Montiel, junto a las lagunas.
San Prudencio Galindo obispo de Troyes, que preparó para los itinerantes un breviario del Salterio, recogió de las Sagradas Escrituras los preceptos para los candidatos al sacerdocio y restauró la disciplina de los monasterios. (s. IX)
San Winebaldo abad del monasterio de San Lupo, preclaro por su austeridad (s. VII)