26 de junio. Mes del Sagrado Corazón de Jesús. Jueves de la XII Semana del Tiempo Ordinario
Felicidades a los que se llaman José María, Pelayo, Antelmo, David, Deodato, José, Maxencio, Perseveranda, Salvio, Superio y Vigilio.
Salmo
Dad gracias al Señor porque es bueno
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Mateo (7,21-29):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No todo el que me dice “Señor, Señor” entrará en el reino de cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Aquel día muchos dirán: “Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y en tu nombre echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?” Yo entonces les declararé: “Nunca os he conocido. Alejaos de mí, malvados.” El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió porque estaba cimentada sobre roca. El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente.»
Al terminar Jesús este discurso, la gente estaba admirada de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad, y no como los escribas.
Palabra del Señor
San Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei y de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz. En Madrid, en 1928, durante un retiro espiritual, Dios le hace ver la misión a la que lo ha destinado: ese día nace el Opus Dei. La misión específica del Opus Dei es promover entre hombres y mujeres de todos los ámbitos de la sociedad un compromiso personal de seguimiento de Cristo, de amor a Dios y al prójimo y de búsqueda de la santidad en la vida cotidiana. Desde 1928, Josemaría Escrivá se entrega en cuerpo y alma al cumplimiento de la misión fundacional que ha recibido, aunque no por eso se considera un innovador ni un reformador, pues está convencido de que Jesucristo es la eterna novedad y de que el Espíritu Santo rejuvenece continuamente la Iglesia, a cuyo servicio ha suscitado Dios el Opus Dei. En 1930, como consecuencia de una nueva luz que Dios enciende en su alma, da inicio al trabajo apostólico de las mujeres del Opus Dei. Josemaría Escrivá pondrá siempre a la mujer, como ciudadana y como cristiana, frente a su personal responsabilidad -ni mayor ni menor que la del varón- en la construcción de la sociedad civil y de la Iglesia. (s. XX).
San Pelagio de Córdoba mártir, que a los trece años, por querer conservar su fe en Cristo y su castidad ante las costumbres deshonestas de Abd al-Rahmán III, califa de los musulmanes, consumó su martirio glorioso al ser despedazado con tenazas. (s. X).
San Antelmo de Belley, obispo, monje de la Gran Cartuja, que restauró los edificios destruidos por una gran nevada. Elegido prior, convocó el capítulo general, y designado obispo, se distinguió por su aplicación firme y decidida en la corrección de los clérigos y en la reforma de las costumbres. (s. XII).
San David de Tesalónica, eremita, que pasó casi ochenta años recluido en una celda, fuera de los muros de la ciudad (s. VI).
San Deodato de Nola, obispo, que sucedió a san Paulino de Nola. (s. V).
San José Ma Taishun, mártir en China, el cual, siendo médico y catequista, a pesar de que durante la persecución llevada a cabo por la secta de los Yihetuan todos los miembros de su familia abandonasen la fe, él prefirió dar testimonio de Cristo derramando su sangre. (s. XX).
San José María Robles, presbítero y mártir, que fue colgado de un árbol durante la persecución contra la Iglesia en tiempo de la Revolución Mexicana. (s. XX)
San Maxencio de Poitiers, abad, insigne por su virtud (s. VI).
Santa Perseveranda virgen. (s. VI).
San Salvio y compañero. En Valenciennes, en Austrasia, santos Salvio, obispo, y su discípulo, que llegaron a esta región procedentes de Arvernia, y que fueron asesinados bajo Winegardo, señor del lugar (s. VIII).
San Superio mártir
San Vigilio de Trento, obispo y mártir, quien recibió de san Ambrosio de Milán las institutionis insignia, junto con una instrucción pastoral, dedicándose a evangelizar la región encomendada y tratando de extirpar lo que quedaba de la idolatría. Se asegura que consumó su martirio por el nombre de Cristo, golpeado por hombres crueles. (s. V).