6 de octubre. Mes dedicado al Santo Rosario. Lunes de la XXVII Semana del Tiempo Ordinario.
Felicitamos a quién se llame: Bruno, Adalberón, Artaldo, Fe, Francisco, Juan, Magno, María Francisca, Pardulfo, Renato, Román, Sagar y Ywio.
Salmo
Sacaste mi vida de la fosa, Señor
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (10,25-37):
En aquel tiempo, se presentó un maestro de la Ley y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?»
Él le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?»
Él contestó: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo.»
Él le dijo: «Bien dicho. Haz esto y tendrás la vida.»
Pero el maestro de la Ley, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: «¿Y quién es mi prójimo?»
Jesús dijo: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos bandidos, que lo desnudaron, lo molieron a palos y se marcharon, dejándolo medio muerto. Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo dio un rodeo y pasó de largo. Pero un samaritano que iba de viaje, llegó a donde estaba él y, al verlo, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas, echándoles aceite y vino, y, montándolo en su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos denarios y, dándoselos al posadero, le dijo: «Cuida de él, y lo que gastes de más yo te lo pagaré a la vuelta.» ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos de los bandidos?»
Él contestó: «El que practicó la misericordia con él.»
Díjole Jesús: «Anda, haz tú lo mismo.»
Palabra del Señor
San Bruno, presbítero, que, oriundo de Colonia, en Lotaringia, enseñó ciencias eclesiásticas en la Galia, pero deseando llevar vida solitaria, con algunos discípulos se instaló en el apartado valle de Cartuja, en los Alpes, dando origen a una Orden que conjuga la soledad de los eremitas con la vida común de los cenobitas. Llamado por el papa Urbano II a Roma, para que le ayudase en las necesidades de la Iglesia, pasó los últimos años de su vida como eremita en el cenobio de La Torre, en Calabria. (s. XII).
San Adalberón, obispo de Würzburg, que, por defender la Sede Apostólica, tuvo que sufrir mucho por parte de los cismáticos y, expulsado varias veces de su sede, pasó en paz sus últimos años en dicho monasterio de Lambach, que él mismo había fundado. (s. XI).
San Artaldo de Arvières, obispo de Belley, que tenía cerca de noventa años cuando, a pesar suyo, fue elegido obispo, pero a los dos años renunció, volviendo a la vida monástica, y falleció a la edad de ciento seis años. (s. XIII).
Santa Fe de Agen, mártir (s. IV).
San Francisco Tran Van Trung, mártir, que, siendo soldado, resistió enérgicamente las propuestas de apostatar de la fe cristiana, por lo cual el emperador Tu Duc le hizo degollar. (s. XIX).
San Juan Xenos, monje, que propagó en la isla la vida monástica (s. XI).
San Magno de Venecia, obispo, que, al tomar los lombardos su sede episcopal de Opitergio, con la mayor parte de su grey se trasladó junto a la laguna véneta, fundando la nueva ciudad de Heraclia o Eraclea, así como varias iglesias en el lugar donde más tarde se levantó la ciudad de Venecia (s. VII).
Santa María Francisca de las Llagas de Nuestro Señor Jesucristo, virgen de la Tercera Orden Regular de San Francisco, que fue admirable por soportar muchas y continuas pruebas, mostrando una gran paciencia, penitencia y amor a Dios y a las almas. (s. XVIII).
San Pardulfo de Guéret, abad, del cual, ilustre por su santidad de vida, se cuenta que hizo huir de su iglesia a los sarracenos que retrocedían ante Carlos Martel. (s. VIII).
San Renato de Sorrento, obispo (s. V).
San Román de Auxerre, obispo (s. VI).
San Ságar de Laodicea, obispo y mártir, que padeció en tiempo de Servilio Paulo, procónsul de Asia, (s. II).
San Ywio, diácono y monje, discípulo de san Cutberto, obispo de Lindisfarne, que pasó de Inglaterra a esta región, donde vivió entregado a las vigilias y ayunos (s. VIII).