Santoral del 9 de junio. María Madre de la Iglesia. Efrén, Columba, Diómedes, Feliciano, Maximiano, Primo, Ricardo y Vicente.

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9 de junio. Mes del Sagrado Corazón de Jesús. María Madre de la Iglesia. Lunes de la X Semana del Tiempo Ordinario.

Felicidades a los que se llaman Efrén, Columba, Diómedes, Feliciano, Maximiano, Primo, Ricardo y Vicente.


Salmo

Gustad y ved qué bueno es el Señor


Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,1-12):

Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron.
Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos , porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.»

Palabra del Señor


San Efrén de Siria, diácono y doctor de la Iglesia, que primero ejerció en Nísibe, su patria, el ministerio de la predicación y la enseñanza de la doctrina, pero cuando los persas invadieron Nísibe se trasladó a Edesa, en Osrhoene, donde, con los discípulos que le habían seguido, inició una escuela teológica, ejerciendo su ministerio con la palabra y los escritos. Célebre por su austeridad de vida y la riqueza de su doctrina, por los exquisitos himnos que compuso mereció ser llamado “cítara del Espíritu Santo”. (s. IV).

San Columba de Iona presbítero y abad, el cual, nacido en Hibernia (hoy Irlanda) e instruido en los preceptos monásticos, fundó, allí y en otros lugares, monasterios célebres por la observancia y por el cultivo de las letras, y ya anciano, esperando el supremo día, murió cuando estaba al pie del altar. Una leyenda dice que luchó con el monstruo del lago Ness. (s. VI).

San Diomedes de Nicea mártir.

San Feliciano y san Primo mártires, enterrados en la Vía Nomentana, en el lugar llamado “ad Arcas”.

San Maximiano obispo de Siracusa, al que menciona a menudo el papa san Gregorio I Magno. (s. VI).

San Ricardo obispo de Andria inglés de nacimiento y célebre por sus méritos, recibió con devoción las reliquias de los santos Erasmo y Ponciano. (s. XII).

San Vicente de Vernemet mártir, que, según cuenta la tradición, mientras el pueblo celebraba una fiesta en honor del sol, él consumó su martirio en nombre de Cristo. (s. III).

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Felicidades a los que se llaman Efrén, Columba, Diómedes, Feliciano, Maximiano, Primo, Ricardo y Vicente.


Salmo

Gustad y ved qué bueno es el Señor


Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,1-12):

Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron.
Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos , porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.»

Palabra del Señor


San Efrén de Siria, diácono y doctor de la Iglesia, que primero ejerció en Nísibe, su patria, el ministerio de la predicación y la enseñanza de la doctrina, pero cuando los persas invadieron Nísibe se trasladó a Edesa, en Osrhoene, donde, con los discípulos que le habían seguido, inició una escuela teológica, ejerciendo su ministerio con la palabra y los escritos. Célebre por su austeridad de vida y la riqueza de su doctrina, por los exquisitos himnos que compuso mereció ser llamado “cítara del Espíritu Santo”. (s. IV).

San Columba de Iona presbítero y abad, el cual, nacido en Hibernia (hoy Irlanda) e instruido en los preceptos monásticos, fundó, allí y en otros lugares, monasterios célebres por la observancia y por el cultivo de las letras, y ya anciano, esperando el supremo día, murió cuando estaba al pie del altar. Una leyenda dice que luchó con el monstruo del lago Ness. (s. VI).

San Diomedes de Nicea mártir.

San Feliciano y san Primo mártires, enterrados en la Vía Nomentana, en el lugar llamado “ad Arcas”.

San Maximiano obispo de Siracusa, al que menciona a menudo el papa san Gregorio I Magno. (s. VI).

San Ricardo obispo de Andria inglés de nacimiento y célebre por sus méritos, recibió con devoción las reliquias de los santos Erasmo y Ponciano. (s. XII).

San Vicente de Vernemet mártir, que, según cuenta la tradición, mientras el pueblo celebraba una fiesta en honor del sol, él consumó su martirio en nombre de Cristo. (s. III).

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