BAR DE COPAS “TÍA ELISA”. NO FUE SOLO UN BAR DE AMIGOS; PERO TAMBIÉN.

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Benito Cantero Ruiz. Catedrático de Gª e Historia y Dr. en Antropología.

El término “barra” proviene del latín vulgar “barra” que era la barrera que separaba las cortes de justicia en la Italia del siglo XIII. El vocablo viajó a Francia e Inglaterra donde finalmente se convirtió en la forma de “bar”(1). Nada que ver con el uso y significado que ahora tiene. Pero hablemos de nuestro bar.
Recuerdo mis años de juventud universitaria en Madrid donde muchos sábados recalábamos en el emblemático y “profundo” bar “El Avión”. Si algo distinguía a aquel lugar único, era su carácter mixto, el pelaje mezclado de sus clientes fijos y esporádicos (2). Tenía un encanto especial, el espacio detenido en el tiempo, las cervezas, los cuencos de pipas, los diferentes “oficios” que allí se desempeñaron (3) pero, sobre todo, el inolvidable César, el pianista. No sé cuándo abrió sus puertas pero sí que las cerró el 9 de abril de 1994.
El bar objeto de mi tributo con estas líneas ha sido “el” TÍA ELISA, en Socuéllamos. No soy de los “macerados” entre sus paredes, aunque cuando abrió, posiblemente sí acudí algún día de aquellas Navidades, y desde entonces, si no me falla la memoria, la disposición ha sido cuasi la misma: su puerta de doble hoja, con su cristalera de “ceniceros” a la derecha; amplio espacio nada más entrar, luego un ensanchamiento con su barra en “L”, siempre a la izquierda, y al fondo, el “ofis” (así lo ha nombrado siempre Isabel). El salón (fruto del sacrificio del patio de Concha y Victoriano, padres (4) de Marino y Manolo) con sus sofás y mesas, en los que pocas veces nos sentábamos (hemos sido más de barra) (5).

A diferencia de “El Avión” arriba citado, que nunca cambió su apariencia, en el “Tía Elisa” han sido varias y dispares las decoraciones; todas llevadas a cabo con ingenio y maestría, unas por Paco Valbuena (Paquito) otras por Fidel Fernández. La gama de colores ha sido también ocurrente, desde el amarillo “cocinilla” (6), hasta el rosa en el que se fundían detalles de cuadros famosos con el marco del mismo color. La misma categoría se puede aplicar a las decoraciones efímeras, propias de Navidad y carnaval fundamentalmente. En ellas era donde Isabel se ponía manos a la obra y con mucha maña y bastante paciencia sacaba de cartones, latas…en desuso, los más originales elementos decorativos. De su ornamento quepa destacar dos elementos que han sido el escudo de armas permanente: el letrero, con sus letras características, y el retrato de la tía Elisa (7), por quien lleva su nombre.
En sus treinta y seis años de historia se han llevado a cabo todo tipo de celebraciones. Desde las típicas gachas, en la acera de enfrente; eso sí, tenían que ser la víspera de San Antón, como mandan los cánones. ¡Algún que otro tirador de puerta salió perjudicado por “culpa” de un petardo que, “por casualidad”, alguien puso…! Hasta la emblemática, y allí nacida, fiesta ye-yé de los sesenta (8). Luego llevada por Paco Valbuena a Campo de Criptana y apropiada por otros que han hecho valer su creación. Lo mismo sucedería con los conciertos de jazz (9) que, por cierto, de la última decoración ha quedado el cuadro “de sábana” (un saxofón), al entrar a la izquierda.

Pero en el “Tía Elisa” hubo tres personas que contribuyeron a darle alma y singularidad: Marino, Manolo (Fon) e Isabel. Los dos hermanos Algarra, con su fino e inteligente humor, o cómo se refiere Isabel a Marino, con la guasa y parsimonia que lo caracteriza, clavaban el mote que le endosaban a cualquier nuevo cliente que atravesaba el umbral de la puerta. De ahí han quedado frases lapidarias tales como:

Marino, ¡buenas tardes o noches! Y él responde: Hola, y adiós.
Cuando quería cerrar: apurad que nos vamos; apurando que por el culo os van dando.
Marino ¿cómo va? Mal y a peor; como mierda río abajo.
¿Cómo nos lo pasaremos tan bien?
¡En pie; la reina….!
Cocodrilo (dandi), a tu demarcación (esta frase es de “Fon” a un cliente)

El nivel de ocurrencia era tal que, en el libro de festejos de la feria, se llegó a anunciar con sentencias de esta guisa:
Bar Tía Elisa, especialidad en gambas y coñazos.
El peor ambiente y más desagradable.
Ambiente absurdo y afeminado.

La popularidad de Marino ha sido tal que fue requerido para hacer de pregonero del carnaval de 2003. Apareció de torero con su cuadrilla y todo. Lo bordó. Lo mismo que el espectáculo que se montaba en la corrida de la feria. Muchas veces el público estaba más pendiente del tendido donde estaba el grupo de Marino que en lo que acontecía en el ruedo. El bocadillo no era cualquier cosa, había que hacerlo con clase, es decir, con mantel y candelabros.
Como he referido líneas arriba, no fui de los clientes pioneros, pero sí de los que ha permanecido hasta el final. Han sido muchas tardes-noches de viernes, sábados y domingos, sin descuidar algunos de entresemana, compartidas en un ambiente de “colegueo” y amistad con otros clientes y con sus dueños. Tal es así que hay que gente que cree que el “Tía Elisa” ha sido un club privado, solo de amigos; no es cierto, pero sí, y poco a poco, fuimos (mi hermana y yo) conociendo más aquel ambiente, a Marino e Isabel, de tal forma que un día se me ocurrió comentarle a esta última, hablarle de un viaje a Grecia que se estaba organizando en mi instituto de Albacete (Bachiller Sabuco). El viaje salió adelante y se vinieron Marino y Norberto, desde ese momento la relación fue más estrecha y nuestro barman “tocó el cielo” (según sus palabras). Ahí fue cuando descubrimos, incluido el organizador, un catedrático de griego de la UCM, los amplísimos conocimientos que tiene Marino de mitología clásica griega. De tal manera cautivó a Félix, el profesor, que este le brindó explicar el frontón de un templo en Olimpia. Su interés por la mitología empezó desde niño y ahí sigue, leyendo la prensa y sus libros de dioses y héroes.
Los años han pasado y no se recuerda cuándo abrió sus puertas “El Avión”, pero sí la fecha exacta de cuándo las cerró; con el “Tía Elisa” sucede lo contrario. Se inauguró el 23 de diciembre de 1987 pero ¿cuándo echó el cierre? Como si la memoria quisiese borrar ese episodio, ni Marino ni Isabel tienen presente la fecha exacta. El mes sí, junio de 2023.


El “Tía Elisa” no fue solo un bar de amigos; pero también.

(1) search?=bares+emblemáticos&oq=bares+emblemáticos&aqs=chrome..69i57.6944j0j1&sourceid=chrome&ie=UTF-8
(2) http://tiomilu.blogspot.com/2013/04/120-un-tributo-al-bar-el-avion.html
(3) Ibidem. Lo que sí parece cierto es que su penúltimo desempeño fue como puticlub de medio pelo, en sinergia con los cercanos antros de la calle de las .Naciones, a que hace referencia Cela en alguno de sus libros.
(4) Quienes habían puesto “en marcha”, años atrás, el bar Algarra.
(5) Lo mal que lo pasamos con aquel maldito perímetro “anticovid”

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