Comienza el cuarto día en Evinayong. Como siempre, empezamos con lo más importante del día: asistir a la eucaristía a las 7 de la mañana. Después compramos un pan buenísimo, algo impensable para nosotras, ya que se parece mucho al de nuestro pueblo. A las 8 desayunamos y partimos rápidamente para estar a las 8:30 en una sala de un instituto que hemos habilitado como consulta.
Allí ya nos estaban esperando, ansiosos por comenzar, ya que para ellos acudir al dentista es muy costoso e inaccesible. Hoy hemos atendido a casi 100 pacientes. Algunos casos han sido más sencillos que otros, ya que en general presentan dentaduras muy descuidadas, y para la mayoría era la primera vez que recibían atención dental. Aun así, nos han mostrado un gran agradecimiento.
Con el objetivo de atender al mayor número posible de personas, apenas hemos parado a comer. Nuestros compañeros nos han tenido que acercar la comida al pabellón para que no interrumpiéramos la atención.
Más tarde, Pilar se ha marchado a llevar comida y medicinas a familias sin recursos, prácticamente abandonadas, que viven en habitaciones construidas con cuatro maderas. Ha sido un día en el que ha podido adentrarse profundamente en la realidad de Guinea.
Mientras tanto, Gemma se ha quedado atendiendo a los pacientes hasta las 7 de la tarde. Aquí anochece a las 6:30, y ya no podíamos ver nada, salvo por el foco que llevaba en la frente para poder seguir trabajando.
Ha sido un día productivo y reconfortante para ambas.






