17 de octubre. Mes del Santo Rosario. Viernes de la XXVIII Semana del Tiempo Ordinario.
Felicidades a los que toman se llaman: Ignacio, Dulcidio, Florencio, Gilberto, Isidoro, Juan, Oseas y Ricardo.
Salmo
Tú eres mi refugio, me rodeas de cantos de liberación
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (12,1-7):
En aquel tiempo, miles y miles de personas se agolpaban hasta pisarse unos a otros.
Jesús empezó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos: «Cuidado con la levadura de los fariseos, o sea, con su hipocresía. Nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, nada hay escondido que no llegue a saberse. Por eso, lo que digáis de noche se repetirá a pleno día, y lo que digáis al oído en el sótano se pregonará desde la azotea. A vosotros os digo, amigos míos: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden hacer más. Os voy a decir a quién tenéis que temer: temed al que tiene poder para matar y después echar al infierno. A éste tenéis que temer, os lo digo yo. ¿No se venden cinco gorriones por dos cuartos? Pues ni de uno solo se olvida Dios. Hasta los pelos de vuestra cabeza están contados. Por lo tanto, no tengáis miedo: no hay comparación entre vosotros y los gorriones.»
Palabra del Señor
San Ignacio de Antioquía, obispo y mártir, discípulo de san Juan apóstol, fue el segundo sucesor de Pedro en Antioquía, siendo condenado en tiempos del emperador hispano Trajano al suplicio de las fieras y trasladado a Roma, donde consumó su glorioso martirio. Durante el viaje, mientras experimentaba la ferocidad de sus centinelas, semejante a la de los leopardos, escribió siete cartas dirigidas a diversas Iglesias, en las cuales exhortaba a los hermanos a servir a Dios unidos con el propio obispo y a que no le impidiesen poder ser inmolado como víctima por Cristo. Decía: “Se educa mucho con aquello que se dice, pero más con aquello que se hace, y mucho más con aquello que se es” (s. II). Curiosidad: En la vida de los Martires de Ana Catalina Emmerick, san Ignacio de Antioquía expone : He visto a Jesus delante de una casita con sus discípulos. Jesús mandó a uno de ellos a la casa de enfrente que trajese a una mujer con sus hijos, la cual vino con ellos y aun con el mas pequeño, que tendría 3 o 4 años. Cuando llegó el niño delante del Señor se volvió a cerrar el círculo abierto en torno al Señor y los Apóstoles, y el niño quedo dentro. Jesús habló de el, le puso las manos sobre la cabeza y lo estrechó contra su pecho, la madre se volvió y el niño le fue llevado nuevamente. Este niño fue más tarde san Ignacio de Antioquía. Había sido un niño bueno, pero con la bendición de Jesús quedó transformado. Lo he visto ir a menudo solo al lugar donde Jesús lo había bendecido, besar la tierra y decir : Aquí estuvo ese Santo Hombre. Por eso cuando Jesús aparece con un niño ese es SAN IGNACIO DE ANTIOQUIA.
San Dulcidio de Ageno, obispo, que luchó denodadamente por la fe católica contra la herejía arriana (s. V).
San Florencio de Orange, obispo (s. VI).
San Gilberto de Toulouse, abad de Citeaux, el cual, nacido en Inglaterra, varón ilustre por su saber, defendió a santo Tomás Becket. (s. XII).
San Isidoro Gagelin, presbítero de la Sociedad de Misiones Extranjeras de París y mártir, que, por su fe en Cristo, fue estrangulado en tiempo del emperador Minh Mang. (s. XIX).
San Juan eremita de Licópolis, que entre sus muchas virtudes se distinguió por su espíritu profético (s. IV).
San Oseas profeta del Antiguo Testamento, que no sólo con sus palabras, sino con su misma vida mostró al Señor al pueblo infiel de Israel, como Esposo siempre fiel y movido por una misericordia infinita (s. VIII a. C.)
San Ricardo Gwyn, mártir en Gales, que, padre de familia y maestro de escuela, profesaba la fe católica, siendo encarcelado bajo la acusación de convencer a otras personas a la conversión, y después de repetidas torturas, manteniéndose en su fe, fue ahorcado y, aún respirando, descuartizado. (s. XVI).