20 de septiembre. Mes dedicado al arcángel san Miguel y a la Biblia. Lecturas del Santos Andrés Kim Taegon, presbítero, Pablo Chong Hasang, y compañeros, mártires. Hoy comienza la novena a San Miguel. Sábado de la XXIV Semana del Tiempo Ordinario
Felicidades a los que se llaman Andrés, Adelpreto, Clicerio, Dorimedonte, Eustaquio, Francisco, Juan Carlos y Lorenzo.
Salmo
Entrad en la presencia del Señor con vítores
Evangelio de hoy
Lectura del santo evangelio según san Lucas (8,4-15):
En aquel tiempo, se le juntaba a Jesús mucha gente y, al pasar por los pueblos, otros se iban añadiendo. Entonces les dijo esta parábola: «Salió el sembrador a sembrar su semilla. Al sembrarla, algo cayó al borde del camino, lo pisaron, y los pájaros se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso y, al crecer, se secó por falta de humedad. Otro poco cayó entre zarzas, y las zarzas, creciendo al mismo tiempo, lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y, al crecer, dio fruto al ciento por uno.»
Dicho esto, exclamó: «El que tenga oídos para oír, que oiga.»
Entonces le preguntaron los discípulos: «¿Qué significa esa parábola?»
Él les respondió: «A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del reino de Dios; a los demás, sólo en parábolas, para que viendo no vean y oyendo no entiendan. El sentido de la parábola es éste: La semilla es la palabra de Dios. Los del borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. Los del terreno pedregoso son los que, al escucharla, reciben la palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan. Lo que cayó entre zarzas son los que escuchan, pero, con los afanes y riquezas y placeres de la vida, se van ahogando y no maduran. Los de la tierra buena son los que con un corazón noble y generoso escuchan la palabra, la guardan y dan fruto perseverando.»
Palabra del Señor
Santos Andrés Kim Taegön, presbítero, Pablo Chöng Hasang y compañeros, mártires en Corea. Se veneran este día en común celebración todos los ciento tres mártires que en aquel país testificaron intrépidamente la fe cristiana, introducida fervientemente por algunos laicos y después alimentada y reafirmada por la predicación y celebración de los sacramentos por medio de los misioneros. Todos estos atletas de Cristo —tres obispos, ocho presbíteros, y los restantes laicos, casados o no, ancianos, jóvenes y niños—, unidos en el suplicio, consagraron con su sangre preciosa las primicias de la Iglesia en Corea (s. XIX).
Santo Adelpreto de Arco, obispo, valeroso tutor de pobres y defensor de la libertad de la Iglesia, que, acechado por los enemigos, murió cruelmente herido. (s. XII)
San Clicerio obispo
San Dorimedonte de Sínada, mártir (s. III).
San Eustaquio de Roma, mártir, cuyo nombre se venera en una antigua iglesia diaconal de la Urbe.
Santo Francisco de Posadas mártir, presbítero de la Orden de Predicadores, que durante cuarenta años predicó a Cristo en su región, sobresaliendo por su humildad y caridad. (s. XVIII).
San Juan Carlos Cornay, presbítero de la Sociedad Parisiense de Misiones para Extranjeros y mártir en China, que a causa de su confesión cristiana, después de sufrir crueles suplicios murió seccionado y degollado, por orden del emperador Minh Mang. (s XIX).
Santos Lorenzo Han I-hyong, catequista, más seis compañeros mártires, que sufrieron el suplicio por Cristo, ahorcados en diversas cárceles de Corea. Su memoria se celebra hoy juntamente con los demás mártires de estas regiones. Sus nombres: santos Pedro Nam Kyong-mun, catequista; Teresa Kim Im-i, virgen; Susana U Sur-im y Agueda Yi Kan-nan, viudas; Catalina Chong Ch‘or-yom y José Im Ch’i-baeg, bautizado en la cárcel. (s. XIX).