LA VERDAD DE LA INFORMACIÓN

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¿QUÉ ES LA VERDAD?

La verdad es algo problemático y difícil, pese a ello, es importante conocer los mecanismos a través de los cuales una sociedad comienza a considerar algo verdadero.

Los medios de comunicación vienen al mundo para convertirse en una voz alternativa del poder -monarquía y tecnócratas-. Inicialmente contaban con un componente político muy fuerte para después, progresivamente, adquirir uno cultural para educar y colonizar.

La sociedad debe guiar nuestras vidas perfeccionando en cada época, nuestras frases, proposiciones, formas y procesos para captar información y, asimilar el conocimiento y modos de pensar; que sean cada vez más sofisticados. Para ser capaces de no admitir y captar creencias que no son verdad.

¿Tenemos derecho a pensar con libertad? En nuestro pensamiento está el lenguaje, nuestras relaciones… Todo ello conforma nuestra personalidad y autoestima. Nosotros, como individuos de la sociedad, debemos ser responsables de lo que creemos y de nuestros pensamientos. Todo empieza en el pensamiento.

Nuestras ideas, palabras y lenguaje son el legado que dejamos en herencia a las siguientes generaciones; en el legado se mezcla todo lo que creemos y decimos sobre el prójimo. Por lo que deberíamos reflexionar acerca de lo que sucede cuando esta herencia queda intoxicada por la ignorancia.

Por ello, debemos enfrentarnos al desafío de cuestionarnos todo lo que creemos. Implica la revelación contra la sensación de poder que otorga creer que uno y el grupo al que se adhiere, están en posesión de un conocimiento concreto. Ser un intelectual en la sociedad actual es tener un deseo de influir en los demás. A nivel interno, podemos ser intelectuales porque nos denominamos a nosotros mismo así.  Cuando nos creemos superiores por muy intelectuales que seamos, se nos puede olvidar cuestionarnos a uno mismo.

El mal mayor, la auténtica amenaza, es cuando la mentalidad crédula se mantiene y alimenta. Cuando la costumbre de creer sin basarme en razones sin valor ni consistencia, se fomenta y se hace permanente. Cuanto más crédula sea nuestra mentalidad, más manipulable.

Como consecuencia. La sociedad se convierte en una sociedad crédula, que pierde el hábito de comprobar e investigar.

Los hechos y los conocimientos nos dan acceso a la verdad.

LA INFORMACIÓN, HOY EN DÍA

La información y el conocimiento en los países avanzados ha dejado de ser un bien escaso. Ahora es abundante. Los hechos y la opinión se consumen por el lector de un modo combinado y sin emplear tiempo para su verificación. No se practica la acumulación de evidencias para verificar hipótesis. A su vez, la gran mayoría de los hechos son subordinados a nuestro punto de vista personal.

La información para el poder es crucial ya que, a través de esta se consigue modificar el comportamiento de la comunidad. Cuando el poder no puede controlar esa información, desinforma. Los seres humanos ceden su autonomía para que los medios les guíen de manera crítica. Para tratarlos como masa, para idearlos, dirigirlos, convencerlos… En las redes sociales y nuevas plataformas ocurre lo mismo, hay gente que crea contenido y otros que lo siguen.

La comprensión lectora se ha convertido en la competencia más débil de los últimos años y está directamente relacionada con la lectura. La consecuencia de esta situación es la disminución de los costes, de la calidad y que la población consiente cada vez más la desinformación. Cada vez, las personas, tenemos menos concentración. Una gran parte de la población a la hora de informarse acude a las redes sociales conformándose con titulares de entre 5 y 10 palabras que llaman su atención.

Nunca antes habíamos estado tan conectados -estando alfabetizados- y tan frágiles de ser manipulados.  El lado negativo de estos nuevos puntos de información amateurs, es la veracidad. Alguien hace una referencia a algo sin nombrar a la persona y sin saber la veracidad de la información. Nuestro cerebro tiende a conformarse entre causas por la falta de tiempo. Al leer el titular nos conformamos y hacemos nuestra la noticia a la hora de participar en un acto social. Unas de las preocupaciones de las radios y medios es contrastar y competir contra estos nuevos informadores; que, en caso de equivocación se eximen de cualquier tipo de responsabilidad. La rapidez de expansión de los bulos y fake news está a la orden del día.

La capacidad de reflexión es sustituida por rutinas y modas de consumo, lo que equivale a dar barra libre a la amnesia social, la obsolescencia de la experiencia, y la inutilidad de las certezas.

Por todo ello, hoy más que nunca debemos ser responsables y no dejarnos manipular, debemos conocer en la medida de lo posible, los componentes de cualquier sistema, institución, conflicto... Debemos ser capaces de analizar informaciones dependiendo de donde vengan, diferenciando los intereses de cada uno, y poder crear una opinión propia con un espíritu crítico, beneficiándonos de manera individual y como consecuencia, a la sociedad en sí misma.

Los profesionales de la información no deben caer en la manipulación o contribuir a la desinformación. Pese a ello, como ciudadanos, debemos conocer todos los componentes de cualquier sistema, institución, conflicto… para reducir el riesgo de mal-informarnos sobre un determinado tema.

Debemos ser capaces de analizar las informaciones dependiendo de donde vengan y con diferentes intereses. Los periodistas no deben guiarse por matices políticos; deben aportar verdad, datos, ciencia -en la actualidad muy escasos-. Es muy importante para la democracia de hoy en día.

La democracia es también escuchar al otro cuando tiene la razón basada en la objetividad y no en sesgos ideológicos o en sus propios intereses.

Estamos en la época del narcisismo, hedonismo e individualización en la que todos nos centramos en satisfacer nuestras necesidades y no en los compromisos.

La individualización ha llegado para quedarse. El sujeto está solo para afrontar las consecuencias -fracasos de sus actos-. Muchas veces actuamos de forma irracional porque somos consumidores masivos con necesidad de estímulos externos y que no siempre son veraces. Los únicos responsables somos nosotros. Lo consentimos. Los ciudadanos cada vez se sienten más perdidos, y al borde del caos, y se conforman porque consideran que el mundo es demasiado complejo para cambiarlo, la ciudadanía pierda la capacidad transformadora.

La lucha contra la desinformación es tarea de todos, porque solo con la verdad verificada y concienciada podemos construir una sociedad más fuerte.

Virginia López-Osa Castilla

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La verdad es algo problemático y difícil, pese a ello, es importante conocer los mecanismos a través de los cuales una sociedad comienza a considerar algo verdadero.

Los medios de comunicación vienen al mundo para convertirse en una voz alternativa del poder -monarquía y tecnócratas-. Inicialmente contaban con un componente político muy fuerte para después, progresivamente, adquirir uno cultural para educar y colonizar.

La sociedad debe guiar nuestras vidas perfeccionando en cada época, nuestras frases, proposiciones, formas y procesos para captar información y, asimilar el conocimiento y modos de pensar; que sean cada vez más sofisticados. Para ser capaces de no admitir y captar creencias que no son verdad.

¿Tenemos derecho a pensar con libertad? En nuestro pensamiento está el lenguaje, nuestras relaciones… Todo ello conforma nuestra personalidad y autoestima. Nosotros, como individuos de la sociedad, debemos ser responsables de lo que creemos y de nuestros pensamientos. Todo empieza en el pensamiento.

Nuestras ideas, palabras y lenguaje son el legado que dejamos en herencia a las siguientes generaciones; en el legado se mezcla todo lo que creemos y decimos sobre el prójimo. Por lo que deberíamos reflexionar acerca de lo que sucede cuando esta herencia queda intoxicada por la ignorancia.

Por ello, debemos enfrentarnos al desafío de cuestionarnos todo lo que creemos. Implica la revelación contra la sensación de poder que otorga creer que uno y el grupo al que se adhiere, están en posesión de un conocimiento concreto. Ser un intelectual en la sociedad actual es tener un deseo de influir en los demás. A nivel interno, podemos ser intelectuales porque nos denominamos a nosotros mismo así.  Cuando nos creemos superiores por muy intelectuales que seamos, se nos puede olvidar cuestionarnos a uno mismo.

El mal mayor, la auténtica amenaza, es cuando la mentalidad crédula se mantiene y alimenta. Cuando la costumbre de creer sin basarme en razones sin valor ni consistencia, se fomenta y se hace permanente. Cuanto más crédula sea nuestra mentalidad, más manipulable.

Como consecuencia. La sociedad se convierte en una sociedad crédula, que pierde el hábito de comprobar e investigar.

Los hechos y los conocimientos nos dan acceso a la verdad.

LA INFORMACIÓN, HOY EN DÍA

La información y el conocimiento en los países avanzados ha dejado de ser un bien escaso. Ahora es abundante. Los hechos y la opinión se consumen por el lector de un modo combinado y sin emplear tiempo para su verificación. No se practica la acumulación de evidencias para verificar hipótesis. A su vez, la gran mayoría de los hechos son subordinados a nuestro punto de vista personal.

La información para el poder es crucial ya que, a través de esta se consigue modificar el comportamiento de la comunidad. Cuando el poder no puede controlar esa información, desinforma. Los seres humanos ceden su autonomía para que los medios les guíen de manera crítica. Para tratarlos como masa, para idearlos, dirigirlos, convencerlos… En las redes sociales y nuevas plataformas ocurre lo mismo, hay gente que crea contenido y otros que lo siguen.

La comprensión lectora se ha convertido en la competencia más débil de los últimos años y está directamente relacionada con la lectura. La consecuencia de esta situación es la disminución de los costes, de la calidad y que la población consiente cada vez más la desinformación. Cada vez, las personas, tenemos menos concentración. Una gran parte de la población a la hora de informarse acude a las redes sociales conformándose con titulares de entre 5 y 10 palabras que llaman su atención.

Nunca antes habíamos estado tan conectados -estando alfabetizados- y tan frágiles de ser manipulados.  El lado negativo de estos nuevos puntos de información amateurs, es la veracidad. Alguien hace una referencia a algo sin nombrar a la persona y sin saber la veracidad de la información. Nuestro cerebro tiende a conformarse entre causas por la falta de tiempo. Al leer el titular nos conformamos y hacemos nuestra la noticia a la hora de participar en un acto social. Unas de las preocupaciones de las radios y medios es contrastar y competir contra estos nuevos informadores; que, en caso de equivocación se eximen de cualquier tipo de responsabilidad. La rapidez de expansión de los bulos y fake news está a la orden del día.

La capacidad de reflexión es sustituida por rutinas y modas de consumo, lo que equivale a dar barra libre a la amnesia social, la obsolescencia de la experiencia, y la inutilidad de las certezas.

Por todo ello, hoy más que nunca debemos ser responsables y no dejarnos manipular, debemos conocer en la medida de lo posible, los componentes de cualquier sistema, institución, conflicto... Debemos ser capaces de analizar informaciones dependiendo de donde vengan, diferenciando los intereses de cada uno, y poder crear una opinión propia con un espíritu crítico, beneficiándonos de manera individual y como consecuencia, a la sociedad en sí misma.

Los profesionales de la información no deben caer en la manipulación o contribuir a la desinformación. Pese a ello, como ciudadanos, debemos conocer todos los componentes de cualquier sistema, institución, conflicto… para reducir el riesgo de mal-informarnos sobre un determinado tema.

Debemos ser capaces de analizar las informaciones dependiendo de donde vengan y con diferentes intereses. Los periodistas no deben guiarse por matices políticos; deben aportar verdad, datos, ciencia -en la actualidad muy escasos-. Es muy importante para la democracia de hoy en día.

La democracia es también escuchar al otro cuando tiene la razón basada en la objetividad y no en sesgos ideológicos o en sus propios intereses.

Estamos en la época del narcisismo, hedonismo e individualización en la que todos nos centramos en satisfacer nuestras necesidades y no en los compromisos.

La individualización ha llegado para quedarse. El sujeto está solo para afrontar las consecuencias -fracasos de sus actos-. Muchas veces actuamos de forma irracional porque somos consumidores masivos con necesidad de estímulos externos y que no siempre son veraces. Los únicos responsables somos nosotros. Lo consentimos. Los ciudadanos cada vez se sienten más perdidos, y al borde del caos, y se conforman porque consideran que el mundo es demasiado complejo para cambiarlo, la ciudadanía pierda la capacidad transformadora.

La lucha contra la desinformación es tarea de todos, porque solo con la verdad verificada y concienciada podemos construir una sociedad más fuerte.

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