Santoral del 20 de mayo.Bernardino, Anastasio, Áurea, Austregisilo, Baudilio, Hilario, Lidia, Lucifer o Lucifero, Protasio, Talaleo y Teodoro.

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20 Mayo, mes de la Virgen María. María Madre de la Iglesia.

Felicidades a los que se llaman Bernardino, Anastasio, Áurea, Austregisilo, Baudilio, Hilario, Lidia, Lucifer o Lucifero (vaya nombre para un santo), Protasio, Talaleo y Teodoro.

Salmo: ¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios!

Lectura del santo Evangelio según san Juan (19, 25-34):

Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo».
Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre».
Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio.
Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dijo: «Tengo sed».
Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca.
Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: «Está cumplido». E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.
Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día grande, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua.

Palabra del Señor

San Bernardino de Siena, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, quien, con la palabra y el ejemplo, fue evangelizando por pueblos y ciudades a las gentes de Italia y difundió la devoción al santísimo Nombre de Jesús, perseverando infatigablemente en el oficio de la predicación, con gran fruto para las almas, hasta el día de su muerte, que ocurrió en L’Aquila, del Abruzo, en Italia.

San Anastasio de Brescia obispo, (s. VII).

Santa Áurea mártir.

San Austregisilo obispo, quien se entregó como ministro de caridad, sobre todo entre los pobres, los huérfanos, los enfermos y los condenados a muerte (s. VII).

San Baudilio de Nimes mártir.

San Hilario de Toulouse obispo, que levantó una pequeña basílica de madera sobre el sepulcro de [san Saturnino], su predecesor (s. V).

Santa Lidia de Tiatira vendedora de púrpura, que fue la primera que creyó en el Evangelio en Filipos, en Macedonia, cuando lo predicó el apóstol san Pablo (s. I).

San Lucífero de Cagliari obispo, el cual, valiente defensor de la fe nicena, sufrió muchas persecuciones por parte del emperador Constancio, siendo enviado al exilio, y al volver a su sede murió como confesor de Cristo. (s. IV).

San Protasio Chong Kuk-bo mártir, que volvió de nuevo a la fe cristiana que había abandonado anteriormente y la profesó hasta la muerte en la cárcel, que le causaron en medio de crueles torturas. (s. XIX).

San Talaleo mártir (s. III).

San Teodoro de Pavía obispo, que padeció el exilio durante la terrible guerra entre francos y longobardos (s. VIII).

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Santoral del 20 de mayo.Bernardino, Anastasio, Áurea, Austregisilo, Baudilio, Hilario, Lidia, Lucifer o Lucifero, Protasio, Talaleo y Teodoro.

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Felicidades a los que se llaman Bernardino, Anastasio, Áurea, Austregisilo, Baudilio, Hilario, Lidia, Lucifer o Lucifero (vaya nombre para un santo), Protasio, Talaleo y Teodoro.

Salmo: ¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios!

Lectura del santo Evangelio según san Juan (19, 25-34):

Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo».
Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre».
Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio.
Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dijo: «Tengo sed».
Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca.
Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: «Está cumplido». E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.
Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día grande, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua.

Palabra del Señor

San Bernardino de Siena, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, quien, con la palabra y el ejemplo, fue evangelizando por pueblos y ciudades a las gentes de Italia y difundió la devoción al santísimo Nombre de Jesús, perseverando infatigablemente en el oficio de la predicación, con gran fruto para las almas, hasta el día de su muerte, que ocurrió en L’Aquila, del Abruzo, en Italia.

San Anastasio de Brescia obispo, (s. VII).

Santa Áurea mártir.

San Austregisilo obispo, quien se entregó como ministro de caridad, sobre todo entre los pobres, los huérfanos, los enfermos y los condenados a muerte (s. VII).

San Baudilio de Nimes mártir.

San Hilario de Toulouse obispo, que levantó una pequeña basílica de madera sobre el sepulcro de [san Saturnino], su predecesor (s. V).

Santa Lidia de Tiatira vendedora de púrpura, que fue la primera que creyó en el Evangelio en Filipos, en Macedonia, cuando lo predicó el apóstol san Pablo (s. I).

San Lucífero de Cagliari obispo, el cual, valiente defensor de la fe nicena, sufrió muchas persecuciones por parte del emperador Constancio, siendo enviado al exilio, y al volver a su sede murió como confesor de Cristo. (s. IV).

San Protasio Chong Kuk-bo mártir, que volvió de nuevo a la fe cristiana que había abandonado anteriormente y la profesó hasta la muerte en la cárcel, que le causaron en medio de crueles torturas. (s. XIX).

San Talaleo mártir (s. III).

San Teodoro de Pavía obispo, que padeció el exilio durante la terrible guerra entre francos y longobardos (s. VIII).

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